Hay atenuantes, ciertamente…Uno, que Argentina, por historia, es mejor que México. Otro, que los albicelestes tenían la ventaja de ser locales. Uno más, que precisamente por jugar en casa y porque la crítica ha sido severa con sus Selecciones, porque ni en el reciente Mundial de Rusia ni en la eliminatoria previa estuvieron a la altura de sus diplomas, los argentinos estaban más motivados que los mexicanos para conseguir, en la confrontación de ayer en Córdoba -primera de dos, recuérdese- la calificación aprobatoria…Sin embargo, ahora que la indiscreción de Don Garber, comisionado de la MLS, confirmó de manera extraoficial lo que hasta ahora era sólo un secreto a voces, la derrota del “Tri” es un aviso a tiempo para Gerardo Martino: más allá del buen deseo de que su gestión permita sacar lo mejor del talento de los que supuestamente serán actores del obligado cambio generacional previo al Mundial de Qatar 2022, es seguro que el “Tata” hizo un buen contrato, en lo económico, al aceptar convertirse en el relevo de Juan Carlos Osorio al frente del “Tri”… pero hay inquietantes indicios de que quizá se sacó el tigre en la rifa.*De entrada, por más que se diga que los partidos del último ciclo de “Tuca” Ferreti como interino sólo tendrían el valor de uso de mostrar algunos candidatos a ocupar las plazas de los jugadores que difícilmente llegarán al final del próximo ciclo mundialista, las derrotas -cuatro en total- ante Uruguay, Estados Unidos, Chile y ahora Argentina, a cambio de una sola victoria, sobre Costa Rica, dejarán a los prospectos con el ánimo quebrantado…No hay, en el deporte, mejor alimento que la victoria… ni peor experiencia que la derrota.*Ayer, por ejemplo, la incapacidad de Jiménez y Fabián para concretar las situaciones propicias planteadas en los primeros minutos, fueron indignas de internacionales como ellos -uno juega en Inglaterra, otro en Alemania-… y, sobre todo, indignas de seleccionados. Y después, la desatención de la defensiva en pleno ante el arribo de tres jugadores -el central Funes Mori entre ellos- que comparecieron en el área a buscar (¡en jugada de pizarrón, cantada, perfectamente previsible...!) el servicio de Dybala, primero, y la metida de choclo -literalmente- de Brizuela, después, en una acción de supuesto alivio a su defensa, dejaron un balance desastroso: se atacó mal… y se defendió peor.