Como cada seis meses, el tópico reaparece: mientras en España (la referencia obligada) el capítulo más importante del campeonato —la lucha por el título—, tiene como protagonistas a dos equipos (¿es necesario decir cuáles…?) y condena a los 18 restantes a servir de extras de la película, la Liga, en México, tiene la incertidumbre, y, por ende, la competencia, entre sus principales atractivos.* Una consulta que se hiciera ahora mismo, en el arranque de la campaña, acerca de cuáles serían los equipos abocados al título, llevaría, muy probablemente, al consenso de que, como hace seis meses o como hace un año, “Tigres” y Monterrey —los finalistas del reciente Torneo de Apertura— son los grandes favoritos. Sin embargo, concedería un porcentaje nada despreciable de posibilidades a los América, Pachuca y Cruz Azul; no cancelaría de antemano las perspectivas de León, Guadalajara y Toluca, y, ya encarrerados, consideraría hasta las de Morelia y Tijuana.Dos serían los argumentos principales que los participantes en esa hipotética consulta tomarían en cuenta: primero, los antecedentes inmediatos y los nombres que tienen entre sus activos los elencos; segundo, las pruebas que la historia ofrece de que en la segunda fase del campeonato —la “Liguilla”—, con el sistema de competencia vigente desde hace muchos años, no necesariamente se ratifica lo que ocurre en la primera.En otras palabras, que en México, sin que pueda hablarse de injusticia deportiva ni haya lugar a la sospecha de que con demasiada frecuencia la lógica queda mal parada, no necesariamente es campeón, por paradójico que parezca, el mejor equipo del campeonato.* Además de que la gran incógnita del certamen está abierta de par en par, el incipiente Torneo de Clausura tiene el atractivo de la incorporación de jugadores de gran cartel.Con antecedentes como las exitosas inclusiones de Gignac, Silva y Valencia en el plantel de los “Tigres”, y el relativo desencanto que fue la inclusión de Honda en el Pachuca, habrá que ver con especial cuidado las aportaciones que puedan hacer Walter Montoya con el Cruz Azul y Jérémy Ménez con el América, por mencionar, entre las caras nuevas, las que llegan precedidas de más renombre, considerando que, vía de regla, el mayor peso específico en la casi totalidad de los equipos mexicanos —el Guadalajara, por razones obvias, sería la única excepción a la regla— recae principalmente en los jugadores importados.
