Jueves, 18 de Abril 2024

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- “El Grito”

Por: Jaime García Elías

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La decisión de construir la Línea 4 del Tren Eléctrico Urbano de Guadalajara, “con la Federación, sin la Federación o a pesar de la Federación”, anunciada por el gobernador Enrique Alfaro, puede interpretarse más como un gesto de autonomía que como un “Grito” de rebeldía… o, mucho menos, de insurrección.

-II-

En lo que se aclara si la omisión de la partida correspondiente a esa obra calificada como “estratégica” para la Zona Metropolitana de Guadalajara -y, por extensión, para Jalisco- fue sólo un fugaz ataque de amnesia, susceptible de enmienda, o una reconsideración de la promesa empeñada públicamente por el entonces Presidente electo López Obrador, la determinación de buscar, de cualquier manera, una fórmula que haga factible el proyecto, denota conocimiento de uno de los más graves problemas que atormentan a los habitantes de la mancha urbana, y genuino interés en aliviarlo de manera significativa. No de resolverlo -valga el subrayado-, porque lo que se ha torcido sistemáticamente, al paso de décadas de crecimiento anárquico de la ciudad y de sexenios de miopía y tibieza gubernamental, no se puede enderezar en una sola administración y mediante una sola obra. No hay fórmulas mágicas que permitan recuperar en el corto plazo lo que metódicamente se ha perdido en el curso de decenios.

Hace 50 años, la promesa del entonces Presidente Díaz Ordaz al entonces gobernador Medina Ascencio, de que el Gobierno Federal construiría la primera línea del Metro para Guadalajara, se quedó incumplida. Hace seis, la del entonces Presidente Peña Nieto al entonces gobernador Aristóteles Sandoval, de construir la Línea 3 del Tren Eléctrico Urbano, se puso en obra y está próxima a ser una realidad. Lo más fácil -lo tradicional, diríamos- hubiera sido encomendar la Línea 4 a la inescrutable voluntad presidencial (sin la cual es fama que no se mueve la hoja de un árbol). Lo pertinente, sin embargo, a falta de ella, es tomar el toro por los cuernos.

-III-

Si es cierto que la sabiduría política consiste en hacer posible lo deseable, lo pertinente es buscar fórmulas viables en que no se dependa tanto de la voluntad (o del capricho) de un solo hombre. Si los recursos propios no alcanzan, es válido apelar a la inversión privada y aun al endeudamiento, considerando que el transporte público muy bien puede ser autofinanciable… a condición de que esté bien planificado y sea bien administrado. (Como no en todos los casos, por desgracia, ha sucedido).

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