Admitámoslo o no, el COVID-19 nos cambió la vida. Antes de que el bicho irrumpiera en nuestra existencia, aun sin tener plena conciencia de ello, éramos razonablemente felices. Desde entonces, hemos aprendido a convivir con un fantasma que continuamente y por doquiera nos acecha. Desde entonces, cuando no han sido los dolorosos casos de contagios y muerte de personas allegadas, han sido las noticias inquietantes relacionadas con campañas de vacunación, recomendaciones sobre medidas de prevención y restricciones impuestas por las autoridades sanitarias, civiles y eclesiásticas, y acatadas, de grado o a regañadientes, por los ciudadanos. -II- A partir de que “los casos (consignaba EL INFORMADOR ayer) van al alza en Jalisco, y este mes los indicadores ya están por encima de lo registrado en julio, cuando comenzó la tercera ola”, ahí están las decisiones de las autoridades. En la Ciudad de México, la de cancelar, “como medida de precaución”, los festejos programados para despedir el 2021 y esperar el 2022. En Guadalajara, las coincidentes del municipio y el Gobierno del Estado, de suspender los festejos que originalmente contemplaban un concierto, “video mapping” de conteo regresivo, y el no por consabido menos atractivo espectáculo de fuegos pirotécnicos, supuestamente porque “en Jalisco siempre hemos actuado con prudencia y tomado decisiones a tiempo para salvar vidas”.En la misma tesitura, habrá la celebración de la tradicional fiesta de Los Reyes Magos en Cajititlán, los días 6 y 7 de enero (jueves y viernes próximos), sí..., pero “bajo estricto protocolo de salud”: sin recorrido de visitantes, lugareños y turistas por las estrechas calles de la localidad, ni los “convivios” (“convivencia... y conbebencia”, diría el paisano) entre gremios; sin bandas y grupos de mariachi en la vía pública; sin verbenas populares, “castillos” ni peregrinaciones. -III- Bastante se bajó la guardia ya durante el mes de diciembre, al permitir la afluencia de visitantes casi al modo de la “antigua normalidad” en las tradicionales zonas comerciales y en las “plazas” que proliferan en la mancha urbana, y de aficionados a los estadios deportivos -incluido el Jalisco para los partidos de la “liguilla”-, lo que quizás haya contribuido al incremento de los contagios en las últimas semanas del año. Vivir la “nueva normalidad” con algo muy parecido al miedo (la natural inquietud ante un peligro real o imaginario) no obsta, sin embargo, para cerrar el 2021 y recibir el 2022 con augurios de felicidad: salud y armonía familiar principalmente. Así sea.jagelias@gmail.com
