Miércoles, 24 de Abril 2024

Judith Butler y las razones contra la violencia

La pensadora recibe hoy un doctorado honoris causa por parte de la Universidad de Guadalajara 

Por: El Informador

En la charla, desgranó los motivos por lo que la violencia se ha arraigado en diversos países. CORTESÍA

En la charla, desgranó los motivos por lo que la violencia se ha arraigado en diversos países. CORTESÍA

La fila dobla la Avenida Juárez y se quiebra en la esquina de Museo de las Artes de la Universidad de Guadalajara. Un extraño Sol de otoño cae a plomo. Afuera del Paraninfo todo es espera y tensión, mientras que adentro, bajo los murales de Orozco, los asientos se ocupan pronto por las autoridades universitarias y los afortunados en entrar.

Quien congrega es Judith Butler, una de las pensadoras más influyentes del último siglo y quien llegó a la ciudad para dictar la conferencia magistral “A critique of violence for our times” y recibir, el día de hoy, un doctorado honoris causa por parte de la UdeG.

Antes, y con impaciencia propia de quien sabe que la invitada es esperada con ansias, la catedrática Rosaura Martínez presentó a Butler como una de las “voces más influyentes” y una “colega generosa”. Además resaltó su trabajo y la importancia de este para entender los porqués de la violencia endémica contra las mujeres y las indígenas.

Judith Butler, quien comenzó la conferencia con un español trastabillado, recordó a Julio Cortázar antes de desgranar los motivos por lo que la violencia de ha arraigado en decenas de países.

Lacónica pero sin pausa, y ante un silencio catedralicio, la pensadora dijo que una de las grandes problemáticas es que “las poblaciones se dividen entre las vidas que hay que salvar y las que se consideran desechables”.

Y reprochó que ante las “víctimas de feminicidio, mujeres y trans, esas muertes se reportan con sensacionalismo; las historias no se analizan para ayudar a desenmadejar los crímenes”, perpetuando el sistema de violencia imperante en las sociedad patriarcales.

“El feminicidio expresa la diferencia entre lo masculino y lo femenino; esos asesinatos deben ser entendidos bajo la premisa de terrorismo sexista. Porque aquel que domina necesita subordinados, no sirve sólo exterminar, debe sostener un ambiente de terror”.    

Butler preguntó cómo se describe la violencia en nuestras sociedades, para responderse que las preguntas son necesarias porque “nos ayudan a entender la violencia global que se mueve a un compás letal”. Y culpó, mirando al público, autoridades incluidas, a las instituciones por ser parte de la reproducción de la violencia, son parte “de una estructura social que permite estas muertes”.

Sin tomarse un respiro, Butler, enjuta y seria, apuntó que era importante entender la colectividad del reclamo, y puso como ejemplo los movimientos “Ni una menos” y “MeToo”, “porque reafirman lo colectivo como un acto de habla; protege al individuo al apuntar la estructura dominante de acoso y discriminación”. Propuso “una ética de la no violencia; una causa que debe ser perseguida con pasión”.

Antes de cerrar, volvió a Cortázar, de quien citó la frase “cada quien tiene su propia metralleta, la mía es la literatura”, para alentar a los presentes a buscar una forma, no siempre pacífica ni en el marco de lo que se entiende como legal, a realizar un cambio.

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