Jueves, 18 de Abril 2024

Detrás de la mano negra del poder

Editorial Planeta comparte con los lectores de EL INFORMADOR un fragmento del más reciente libro de Juan Carlos Aldir

Por: Bruno Dorantes

Obra. Un libro en el que se explora la corrupción del poder en México. CORTESÍA / PLANETA

Obra. Un libro en el que se explora la corrupción del poder en México. CORTESÍA / PLANETA

Hay ocasiones en que uno puede reconocer las encrucijadas que nos presenta la vida en el momento en el que aparecen, pero muchas otras no se comprende la trascendencia de un acto hasta mucho tiempo después. Otras más, el flujo de los acontecimientos parece llevarnos sin preguntar nuestra opinión, convirtiéndonos en espectadores y víctimas de nuestra propia existencia.

En mi caso, mi padre nos abandonó a mi madre y a mí desde antes de que yo naciera. ¿Qué podía hacer al respecto? Ese hecho marcó mi vida para siempre. Durante mis primero años, Leslie Dorantes, así se llama mi madre, me crio sola. Fue cantante, actriz, peinadora de estrellas de televisión y hasta vendedora de bienes raíces. Tuvo varios novios o acompañantes o como se les quiera llamar, pero nunca se comprometió con ninguno. Era una mujer muy hermosa y no le faltaron pretendientes de alto nivel socioeconómico, aunque, por razones que jamás entendí, ella siempre estuvo prendada de mi papá, a pesar de haberla botado en pleno embarazo para casarse con otra. Así las cosas, mi vida dio un vuelco cuando tenía dieciséis años: un día, mamá me salió con que estaba embarazada.

Lo más sorprendente del caso es que afirmaba que el hombre en cuestión era, ni más ni menos, mi padre. Yo ni siquiera lo conocía y ahora resultaba que se habían encontrado por casualidad, se habían reconciliado y planeaban que nos convirtiéramos en la familia que siempre debimos ser. Me aseguró que muy pronto lo conocería porque se había comprometido a dejar a su esposa actual para mudarse con nosotros. Incluso para un adolescente ansioso por recuperar una figura paterna inexistente, aquella historia resultaba difícil de creer. No tuve que lidiar demasiado con el asunto porque unas semanas después un infarto fulminante lo mató, lo que impidió comprobar si cumpliría con su promesa.

Los últimos meses de su embarazo, mamá estuvo inconsolable. Solo el nacimiento de Fabia la alegró un poco. Fue ahí que tuvo lugar uno de los acontecimientos más importantes de mi vida: apareció mi padrino, don Patricio Lavín.

La tarde que lo vi por primera vez, mi mamá me obligó a que me quedara en la casa asegurándome que recibiríamos una visita muy importante. Nos sentamos en la sala a esperarlo y, cuando por fin llegó, a mí me pareció descomunal. Alto, con su traje gris oxford impecable, con la ceja izquierda levantada, con sus labios finos y su bigote acuciosamente recortado. No volví a verlo con bigote, pero esa imagen no se me borró jamás. Recuerdo que entró en la sala, caminó en mi dirección y se quedó como de piedra. «‘Ta madre, mijo, eres idéntico a tu papá». Mamá asintió, liberando un par de lágrimas y abrazando con fuerza el diminuto cuerpecito de Fabia.

Cuando días más tarde vi las fotos que me mostraron de mi papá, no fui capaz de entender a qué se refería don Patricio cuando dijo que éramos igualitos. Pero no había que ser un genio para darse cuenta de que en toda aquella situación había algo misterioso y truculento, y que ambos estaban decididos a mantener la verdad oculta. A pesar de mi corta edad, tenía muy claro que no puedes perder lo que nunca tuviste, así que decidí dejar el asunto por la paz y no volver a cuestionarlos. Si decían que el hombre de las fotos era mi padre, pues así sería. Si encima afirmaban que éramos idénticos, pues lo éramos y punto. ¿Qué más daba?

Con la aparición providencial de Patricio Lavín la figura paterna quedó cubierta como jamás lo estuvo y mi vida, la de mi madre y mi hermana se transformaron para bien. En retrospectiva puedo decir que el mejor servicio que mi padre le hizo a la familia fue morirse en el momento en el que lo hizo.

Una tarde, don Patricio apareció por la casa y me pidió que fuera con él. Abordamos un auto muy lujoso, conducido por un chofer uniformado, y nos dirigimos a uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Lo recibieron con una familiaridad intimidante y nos dieron una mesa en la esquina.

Mientras comíamos platillos franceses, aquel hombre me dio una larga explicación sobre mi padre que más de una vez estuvo a punto de hacerme llorar de la emoción. Al parecer habían trabajado juntos por muchos años y la noticia de su muerte lo había cimbrado. «Más que un colaborador, era mi amigo».

También me confirmó que se había enamorado de mi madre muchos años atrás, pero que su situación de vida le había impedido estar presente para mí. Con la llegada de mi hermana Fabia, las cosas serían distintas, hasta que inesperadamente murió. «Ya no se pudo, mijo. La vida es cabrona a veces, pero a partir de este momento nada te va a faltar». Sin embargo, don Patricio se quedó pensativo por unos instantes. «Solo hay una pequeña situación», se detuvo un momento mientras se rascaba la barbilla. «Por cuestiones que no puedo explicarte, pero que tienen que ver con tu propia seguridad y la de tu madre, nuestra relación tendrá que mantenerse en secreto. Yo estaré siempre para lo que necesites, pero en público ni me conoces. ¿Puedo confiar en que vas a respetar esto que te pido?». La solicitud me pareció incomprensible, pero, ¿cómo negarme?

Sinopsis

Bruno Dorantes, un periodista de segunda, verá su mundo volverse un infierno tras robarle una bolsa con dinero a un hombre acribillado. Sicarios, dominatrices y empresarios corruptos serán parte del repertorio de cínicos personajes con los que Bruno tendrá que relacionarse a medida que vaya adentrándose en esta absorbente trama sobre los entresijos del poder. Juan Carlos Aldir recorre la geografía del México más oscuro, aquel manchado por sobornos, negocios ilícitos y perversiones sexuales.

«Claro, don Patricio, se lo prometo». «No, dime padrino. Aunque no fuimos a la iglesia y te eché el agua, desde este momento lo soy, lo mismo que de tu hermana».

Fragmento del libro “Donde empieza la noche”, de Juan Carlos Aldir © 2019, Planeta. Cortesía otorgada bajo el permiso de Grupo Planeta México.

Tapatío

Temas

Lee También

Recibe las últimas noticias en tu e-mail

Todo lo que necesitas saber para comenzar tu día

Registrarse implica aceptar los Términos y Condiciones