Domingo, 19 de Octubre 2025
México | PERGEÑO POR VÍCTOR E. WARIO ROMO

Y, de veras, ¿tiene caso?

¿Tiene caso que suspendamos la respiración, el matrimonio y el trabajo a favor de lo que pasa en la cancha?

Por: EL INFORMADOR

Víctor Wario Romo.  /

Víctor Wario Romo. /

Se pregunta Juan Villoro, en el espléndido ejercicio de intercambio intelectual llamado “Jugadas de pared” que sostiene en “Letras libres” con el también escritor Martín Caparrós: “¿Tiene caso que suspendamos la respiración, el matrimonio y el trabajo a favor de lo que pasa en la cancha? ¿De qué diablos hablamos cuando hablamos de futbol?”

Y es que, mercadotecnia de por medio, a millones de mexicanos Sudáfrica nos sigue sonando a excentricidad, a selva exhuberante pletórica de fieras y reminiscencias del “apartheid”.

Nelson Mandela continúa oficiando desde su altar profano que sigue teniendo mucho de sacro por el milagro de acabar —casi— con la discriminación racial en el más recóndito de los países africanos. Los “Bafana Bafana” son la colorida tribu de chicos que irá, codo con codo con los mexicanos, detrás de la misma pelota para alzarse con la victoria en el emblemático encuentro inaugural en el Soccer City. Un árbitro uzbeko, que se llama como un monte o un paraje raro del Asia de rancia influencia rusa, será el encargado de impartir justicia, y millones de mexicanos ya han dicho de él todo, como si lo conocieran igual que a “Chiqui-Marco”, el nazareno terror de las canchas aztecas.

Neófitos y expertos abrevan de los mismos conocimientos. La pausa abierta después del triunfo de México frente al campeón mundial Italia dejó a los analistas hablando hasta el cansancio de lo mismo: la probable alineación de hoy. Que si el “Conejo”, que si mejor “Guille” Franco que el “Chícharo” Hernández, que si la jerarquía de Márquez y la brillantez menguante de Cuauhtémoc. Es como la rama a la que se aferra el náufrago, con tal de no sucumbir en el inmenso mar mundialista; todo sea por no perder el hilo y estar despiertos cuando el uzbeko pite el arranque del partido inaugural.

Otra vez Villoro y su espléndida síntesis de la mexicaniza: “Lo decisivo no es lo que sucede sobre el césped, sino el milagro guadalupano de estar juntos. La fiesta y el desmadre son los triunfos a los que podemos aspirar”.

Antes de las 9:00 empezará el griterío. Los muchachos del Vasco tienen que ganar, pero tal vez a nadie le sorprendería que perdieran, con o sin errores del árbitro uzbeko. El verde de la camiseta ha sido trocado por el negro, tal vez premonitorio, ojalá que no. Cierran las palabras de Juan Villoro: “Ideal para el existencialismo o para tocar en un mariachi, el negro no parece el color de la esperanza. México se vestirá así en Sudáfrica, en callado homenaje a los árbitros, esos hinchas extremos que envidian a Adán porque no tuvo una madre que fuera insultada en un estadio”.

Desde hoy, pase lo que pase, hay fiesta nacional. ¿De veras tiene caso?

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