Domingo, 05 de Mayo 2024
México | POR LUIS MIGUEL GONZÁLEZ

Pocitos: el costo de la simulación

Los Pocitos son la tierra de nadie. No hay coordinación entre Trabajo y Economía, tampoco entre las autoridades estatales y federales

Por: EL INFORMADOR

El accidente de Los Pocitos fue la crónica de una muerte anunciada. Los Pocitos son una trampa mortal, titulaba un reportaje de El Siglo de Torreón, hace apenas unas semanas. En Los Pocitos, la vida no vale nada, decía una crónica de CNN fechada en marzo de 2011. La CNDH hizo varias recomendaciones, luego del accidente de Pasta de Conchos en 2006. No pasó nada. “Cambió la norma, pero no se cumple”, concluyen. La presencia de Javier Lozano en la zona, luego de ocurrido el desastre, no compensa los años de desatención a un problema que lleva años siendo un hecho conocido. Diez mil personas trabajan en condiciones de alto riesgo, explotados en una industria que vive de extraer carbón de baja calidad para venderlo en un mercado irregular.

Los pocitos de carbón son excavaciones verticales donde se trabaja como si el siglo XX no hubiera ocurrido. Los mineros deben laborar agachados durante más de 10 horas, con un equipo de inseguridad que incluye tenis en vez de botas y gorras de beisbol en lugar de cascos. Las manos sin guantes, la nariz sin máscara. Se enfrentan al metano y al riesgo, como si fueran superhéroes, como si fueran animales. La ventilación es mala, no hay salida de emergencia ni extinguidores.

La Cámara Minera de México no menciona el accidente de este martes en su página de internet. Tampoco tiene una sola referencia a Los Pocitos. Es normal, hasta cierto punto. La parte más pujante del sector minero no quiere ser vinculada con un ecosistema del siglo XIX. Son la industria más dinámica de México. Acaban de desplazar al turismo y las remesas para quedar como segundo generador de divisas de México: poco más de 22 mil millones de dólares en 2010. La cifra será superada en el año en curso.

Los Pocitos son la tierra de nadie. No hay coordinación entre Trabajo y Economía, tampoco entre las autoridades estatales y federales. Las inspecciones laborales han sido un juego de simulación, que recuerda mucho a lo que pasó antes de la tragedia de Pasta de Conchos. El 11 de marzo de 2010, el periódico La Vanguardia de Coahuila reseñó una visita del director general de Inspección de la Secretaría del Trabajo, Rafael Avante Juárez. “No podemos echar las campanas a vuelo”, dijo entonces. Suena rara esa expresión. El señor no estaba visitando el vestidor de Chivas en el Omnilife, luego del 3-1 a Tigres. Se encontraba en una zona salvaje, donde el incumplimiento de la legislación laboral es flagrante y evidente para cualquiera con ojos, sentido común y buena fe. La investigadora y activista Cristina Auerbach le explicaba a El Siglo de Torreón, hace mes y medio: “Las inspecciones se avisan con un día de antelación. Eso les da tiempo a las empresas de desmontar el centro de trabajo. Cuando llega el inspector no hay nada que ver. Tres horas después de que se van, los mineros vuelven a laborar”.

Cincuenta y nueve muertes han ocurrido después del accidente de Pasta de Conchos, contando los del accidente de Sabinas del martes. ¿Cuántos muertos más se necesitan para que acabe la simulación?

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