Los 'tributos' a la Santa Muerte podrían ser cosa de narcos

MÉXICO, D.F. (11/ENE/2011).- Dos asesinatos supuestamente atribuidos a seguidores de la Santa Muerte prendieron la alarma en Ciudad Juárez. Incluso, un familiar de una de las víctimas asegura que los homicidas "pidieron algo muy grande, y que tienen que matar 13 personas para que se les cumpla ese deseo".

El primer homicidio ocurrió el 22 de diciembre de 2010 en el fraccionamiento Parajes de San José, ubicado al sur de Juárez. Ahí, de acuerdo con la acusación formal de la Fiscalía, un individuo identificado como Raúl Orozco Adame asesinó y calcinó a Jesús Humberto González Huerta, cuando ambos consumían alcohol. En la vivienda donde ocurrió el crimen, los peritos hallaron veladoras y pentagramas en honor a la Santa Muerte.

El presunto asesino fue consignado ante las autoridades, a pesar de que trató de "disfrazar" el crimen, como una ejecución del crimen organizado, según se informó. El segundo homicidio que supuestamente fue elaborado para la Santa Muerte en esa ciudad fronteriza, ocurrió también al Sur de Juárez, en el fraccionamiento Las Haciendas y la víctima fue un menor, igual que el presunto asesino.

Precedentes del tributo
Sobre estos crímenes, el autor del libro "La Santa Muerte, la virgen de los olvidados", José Gil Olmos, señaló que "parece ser que es un fenómeno particular de ciertos grupos del crimen organizado que han hecho este tipo de asesinatos desde 1991 con aquel grupo de José de Jesús Constanzo", el líder de los narcosatánicos.

Olmos rechazó que estas prácticas formen parte del culto "no forma parte de la liturgia popular de los votos, pero sí se han presentado estos casos del 2005 al 2007, hubo una serie de hechos muy similares en Tijuana y en varias ciudades de Tamaulipas". El experto dijo que los narcotraficantes rinden este tipo de "tributos" bajo la idea de que estos tributos les van a dar protección ante la policía, Ejército y adversarios.

Sin embargo, advirtió una particularidad en los casos de Juárez, con respecto a los ocurridos en Tijuana y Tamaulipas, donde aparecieron cuerpos tirados junto a capillas de la Santa Muerte, pues en esos estados las víctimas eran los adversarios de los asesinos y en estos casos al parecer no.