Sobornos e influyentismo en una jornada de radar antialcohol

GUADALAJARA, JALISCO (22/SEP/2012).- Atravesar un retén de vialidad, a exceso de velocidad, con alcohol en la guantera y un vaso con cerveza junto a la palanca de velocidades, suena a desfachatez. No lo es. Se trata de un "descuido" que bien puede solucionarse con sólo llamar al número adecuado. El amigo poderoso e influyente que todos tienen sabrá cómo evitar la molestia de que el automóvil sea enviado a un corralón, e impedir que las autoridades careen a su camarada con un Ministerio Público por hallarse intoxicado, gracias a los tequilas que ingirió en una tradicional fiesta de viernes por la noche.

"Así nos dicen varios: 'vas a perder tu trabajo'; 'no sabes con quien te estás metiendo'; '¿sí sabes quién es mi tío?', si te contara cuántos llegan de esa forma cada fin de semana, no acabo", habla uno de los más de 10 agentes de la Secretaría de Vialidad que este fin de semana fueron asignados al dispositivo preventivo de Lázaro Cárdenas y Mariano Otero, justo debajo de los Arcos del Milenio.

Diez con treinta de la noche y ese paso a desnivel se ha abarrotado con patrullas y luces de torretas. Las cámaras para detectar y alertar sobre un auto circulando a exceso de velocidad están configuradas, y tanto policías viales como peritos e inspectores toman sus posiciones. La jornada nocturna de prevención arranca, y los conductores con el acelerador a fondo rápidamente son captados.

Alertas, multas, sanciones; la obligada recomendación para que el o los tripulantes del vehículo se dirijan a su hogar con mayor tranquilidad, es la constante. En media hora al menos 10 autos han sido retenidos para aplicarles el examen de alcoholimetría. Uno tras otro son sometidos a la prueba sin complicación aparente... hasta que Israel y sus 92 grados de alcohol en la sangre dejan su rúbrica en el aparato, con sólo soplar en él.  

La detención es obligada; la llamada "Ley Salvavidas" así lo dispone. Se le ve pensativo a bordo de la patrulla; con su mirada abajo en momentos, y otros tantos respondiendo con monosílabos a las preguntas de los oficiales: "sí", "no", "bien". Rehúsa a una entrevista de primera instancia, pero eventualmente accede a dialogar sin una grabadora enfrente que lo cohíba.

"Vengo saliendo del trabajo, allá en Zapopan, pero antes sí me eché unos vinos con los amigos, no te lo voy a negar... Y pues me agarraron, ya qué. Los policías hasta eso muy amables; me explicaron todo lo que va a pasar ahora. Ni modo, ¿qué le hacemos?", expone con una amplia sonrisa, evidentemente producida por el alcohol, y no por la situación en que se encuentra.

-¿Qué le dices ahora a la gente que bebe alcohol y después conduce su auto?
Pues que no lo hagan, la verdad. No vale la pena pasar por esto.

A la voz de Israel se suman las de Genaro García, Roberto Fernández y Carlos Ramírez, quienes en contraste al primero pasaron sin complicación alguna la prueba, y sólo se fueron con una multa por rebasar el límite de velocidad permitido.

"Hoy está tranquilo. Deberías haber visto el día del Grito", expone uno de los peritos, quien recuerda haber constatado al menos 10 detenciones esa fecha en un solo punto de revisión.

La jornada nocturna para quienes integran un operativo radar de vigilancia es así: los riesgos de toparse con gente armada, o agresiva, o ahogada en alcohol, o incluso con damas dispuestas a todo para evitarse una detención por esa cerveza que hay de más en el cuerpo, es habitual. Ya todos están acostumbrados a estas circunstancias, y saben lidiar con ellas a la perfección.

EL INFORMADOR / ISAACK DE LOZA