Me quisieron engañar: víctima de extorsión

GUADALAJARA, JALISCO (01/AGO/2012).- A Rosa le llamaron una tarde de verano de 2006 para sacarle dinero. Detrás de la bocina de un teléfono, la voz de una mujer llorando. Le dijeron que era su hija y que hiciera lo que pidiera sino la quería ver muerta. Desde entonces desconfía de todos, porque 20 minutos más tarde se dio cuenta de que era una extorsión y que su hija estaba bien.

Rosa, que puede o no ser su nombre, recuerda que una tarde su hija Rosita se fue a trabajar a la fabrica de su padre. Esa tarde sonó el teléfono, entre las 4 y 5 de la tarde. Del otro lado contestó una mujer llorando, suplicando, delirando. Le arrebataron la bocina. Y una voz de hombre amenazó a la madre, que para entonces ya estaba desconcertada, "la mente te juega trucos", recuerda.

"Cállate o te le vamos a hacer daño", le gritaron a la mujer llorando, cuenta Rosa. Después le gritaron a ella que no colgara y que hiciera lo que los hombres pedían. "Yo estaba muy histérica, nerviosa... pero colgué porque recordé que mi hija estaba con su padre".

Rosa le llamó a su esposo y le confirmó que su hija estaba con él, sana y salva. "Esa fue la primera vez que escuché eso de las extorsiones, nunca lo denuncié pero en la escuela de mi hija me empecé a enterar que a varias personas también les pasó lo mismo".

De sus amistades más cercanas, Rosa tiene el registro de 10 que fueron extorsionadas virtualmente desde teléfonos cifrados "cuando quisimos saber quién había llamado, decía teléfono privado". De esos 10, conoce a cinco que cambiaron joyas por dinero y estuvieron a punto de caer en la extorsión "pero lo socializamos, y eso evita muchas cosas".

Hoy Rosa ve la experiencia como una anécdota. Pero también sabe que con el pasar de los años se han multiplicado las extorsiones, los secuestros virtuales y los secuestros reales. Por eso se toma las cosas con seriedad, aunque trata de vivir en paz consigo misma. Su hija está bien. Y ella, con todo y los recuerdos, también.

EL INFORMADOR / OMAR GARCÍA

No es como en los anuncios: víctima de extorsión 

Estela cuidaba a su sobrino cuando sonó el teléfono de su casa. No revisó el identificador de llamadas, sólo respondió, como siempre: “Bueno…”. No hubo una respuesta hasta segundos después: la voz de mujer llorando se escuchó. “Me subieron a un auto. Estoy secuestrada”.

Estela guardó silencio, en honor a la verdad hay que decir que se asustó, y pensó en su hermana Paty, quien trabaja por el Centro de la ciudad.

Su reacción fue rápida: “Dime la contraseña, Paty”, la mujer seguía llorando, pero no decía nada. La contraseña nunca se escuchó. 

Segundos después la voz de un hombre llegó a Estela: “Déjate de pende.... Cuál pu...contraseña. Paty está secuestrada”. 

Estela se asustó más y colgó. Esa fue su respuesta.

Le marcó a Paty, quien tranquila respondió su celular.

-¿Dónde estás?, dijo alterada Estela.

-En mi trabajo, como siempre, respondió Paty.

Después de asegurarse de que todo estaba bien con su hermana, Estela marcó al 089  para reportar la llamada de extorsión que había recibido. “Sólo me dijeron que revisará si mi familiar estaba bien y que esas llamadas vienen de reclusorios del Distrito Federal.  No es como en los anuncios, la autoridad te deja así como si nada”.

La estrategia que la familia de Estela desarrolló al establecer una contraseña, evitó que ellos fueran víctimas de una extorsión.

EL INFORMADOR / MAYRA TORRES