Los enjuagues del agua

Hace 10 años, cuando en Jalisco discutíamos el tema del crédito para la presa de Arcediano, el entonces secretario de Medio Ambiente, Víctor Lichtinger, decía que con lo que costaba la presa, más el gasto del bombeo de los próximos 20 años, se podía sanear la Cuenca del Lerma y asegurarle a Guadalajara agua suficiente y de calidad por ese periodo. Hoy la Conagua plantea que se requieren 50 mil millones de pesos en los próximos 20 años para que las aguas de la Cuenca Lerma-Chapala-Santiago se usen correctamente y se limpien pero sobre todo, que se asegure el abasto de todos los que vivimos en esta Cuenca.

Si algo está claro desde hace años, es que esta Cuenca, la más grande y habitada del país, no se va a salvar por su linda cara: requiere desde hace años una inversión importante en tecnología y control para un uso eficiente e inteligente de un recurso que es y será cada día más limitado. Es verdaderamente absurda la forma como se usa el agua para riego en la Cuenca, en una zona del país en la que no es un recurso abundante. La inversión más inteligente que se puede hacer es en la recuperación de caudales, sea en zonas agrícolas o urbanas. En Guadalajara la inversión está concentrada en traer más agua, pero es muy poco proporcionalmente lo que se hace para recuperar el agua que se pierde en las tuberías. No hay sistema sin pérdida, pero hay tecnologías que permiten que éstas bajen sustancialmente. Tampoco hay sistema de riego perfecto, pero regar por anegación es tan absurdo como cazar hormigas con escopeta.

Cincuenta mil millones de pesos en 20 años es mucho y no tanto. Representa una inversión promedio de dos mil 500 millones de pesos anuales, que si lo vemos como país es perfectamente manejable, pues la Cuenca impacta a seis estados y el Distrito Federal, y significa agua potable para más de una quinta parte de la población del país. Es para estos casos para los que vale la pena plantearse en serio un crédito. Adelantar flujos es adelantar agua, bienestar y calidad de vida de toda esta zona del país. Este es el tipo de decisiones que son de Estado: en la Cuenca hay gobiernos de todos los partidos y a todos ellos el agua es el tema que más dolores de cabeza les da.

El debate del agua no hay que despolitizarlo, porque es un tema eminentemente político, es decir de la ciudadanía. Lo que hay que hacer es despartidizarlo y sacarlo de los enjuagues cotidianos de la vida parlamentaria. Si vemos el problema a nivel Cuenca y no a nivel estados, probablemente podamos sacarlo de la mezquindad política cotidiana. ¿Será?