La avenida donde resucita el instinto primitivo del peatón

GUADALAJARA, JALISCO (10/ABR/2013).- Tener piernas que respondan, una vista saludable y buenos reflejos son algunos de los requisitos necesarios para que los ciudadanos puedan cruzar Avenida Mariano Otero en el cruce con Obsidiana, el paso peatonal más inseguro de la urbe, que se ha coronado con 14 accidentes en el año en perjuicio de transeúntes.

Un recorrido por la zona permite constatar las dificultades y peligros a los que se enfrenta una persona que quiera cruzar dicho punto. Por ejemplo, los vehículos que circulan sobre Mariano Otero hacia el Sur quedan en fila congestionados por el cruce con Aguamarina, lo que da como resultado hileras que se prolongan hasta invadir la zona peatonal de Obsidiana, de modo que, cuando el semáforo se pone en alto, las personas cruzan entre los autos que avanzan pese a la luz roja.

Otro problema es el ancho de la calle, que lleva a los peatones a cruzar por tramos: el primero, hasta llegar a uno de los dos camellones que dividen a la avenida de sus dos laterales. Incluso es común que los peatones se queden en medio, en la línea que divide los carriles centrales, como Casandra, que resumió su experiencia con un “¡Qué miedo!”. Para ella, el cruce es muy peligroso además porque los autos no disminuyen la velocidad; incluso aceleran para alcanzar la luz amarilla.

El punto más peligroso para cruzar es la lateral poniente de Mariano Otero, pues el semáforo está en siga por más de un minuto; sólo se pone en alto unos 15 segundos para que den vuelta a la izquierda los vehículos que llegan de Obsidiana: ésos son aprovechados por los peatones para cruzar, pero en realidad tienen entre cinco y siete segundos antes de que llegue la carga de vehículos que aceleran para pasar.

Es común que los peatones vuelvan a sus orígenes primitivos para cruzar esta calle: esperan al valiente que se aviente por delante para seguirlos en masa. Pero, al igual que las manadas de otros mamíferos, siempre hay quienes se quedan atrás, que deben esperar en uno de los camellones.

En promedio, si no hay autos por la lateral poniente, un ciudadano veloz cruza Mariano Otero en 30 segundos; con tráfico, tarda un minuto 40 segundos, moviendo bien las piernas.

Y la regla general para cruzar la calle es, por absurdo que parezca, no mirar el semáforo: prácticamente todos los peatones se fijan en el flujo de autos para cruzar, a su derecha e izquierda; aunque haya luz roja para los vehículos, siempre hay coches que circulan por las vueltas a la izquierda.

El secreto, dijo Guillermina Covarrubias Razo, habitante de la zona y experta en cruzar Mariano Otero, es “conocer”: “Lo que pasa es que conozco bien, tienes que estar al pendiente de cada oportunidad, porque cuando se pone en alto vienen los de allá (de Obsidiana), pero, como ya te la sabes…”.

Pero las cosas son así porque los peatones deben resolverlas solos, insiste doña Guillermina: “Se lo he dicho a los agentes (viales), ¿a qué hora le toca pasar al peatón?”.

VÍCTIMAS
Autopsias por atropellamiento en la metrópoli

Municipio    2011    2012    2013*

Guadalajara    194    193    37

Zapopan    57    57    11

Tlaquepaque    43    29    7

Tonalá    18    23    3

Tlajomulco    31    20    9

El Salto    15    13    2

Juanacatlán    0    0    0

Ixtlahuacán    2    1    1

Total estatal    495    484    98

* Enero-marzo

Fuente: Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses.

ESPECIALISTA EXIGE DISEÑAR MEJORES OBRAS VIALES
La solución, más sanciones y pasos peatonales

Los accidentes y problemas de tránsito entre vehículos y peatones provienen principalmente de la falta de cultura vial y de mobiliario urbano, por lo que las autoridades deben endurecer los reglamentos e invertir desde ya en infraestructura, como pasos seguros para peatones, además de que deben ser incluyentes, señaló el arquitecto Guillermo Sandoval Madrigal, profesor investigador inscrito al Centro de Arquitectura, Arte y Diseño de la Universidad de Guadalajara.

La falta de respeto a los reglamentos de vialidad tiene que ver con la falta de cultura, lo cual es responsabilidad de usuarios y de autoridades, que deberían promoverla. Desde cualquier plataforma, los habitantes deben conocer las reglas necesarias para moverse en la ciudad de manera segura, pero hay un principio: “Hay que respetar al peatón; el peatón es el rey de la ciudad, para él se hizo”.

Lo principal es colocar elementos visuales (semáforos, cebras adecuadas y bien visibles, por ejemplo) y, después, señales acústicas (que marquen los tiempos de cruces de peatones) y táctiles (rampas adecuadas que indiquen, mediante la textura, si el cruce es riesgoso).

Todo debe ser fabricado por especialistas, advierte el arquitecto: “Mandan a hacer los letreros con publicistas. El mobiliario urbano debe ser hecho por profesionales, no por mercachifles que hacen lonas por metro cuadrado”, dijo, sin menospreciar la actividad de este gremio, que es la de vender, no la de garantizar la seguridad de la gente.

Y todo debe ser a nivel de piso, pues, de acuerdo con el investigador, el ciudadano debe tener preferencia para circular sobre la calle: “Si se construyen pasos a desnivel, deben ser para los automóviles: ésos son los que deben circular por túneles o por puentes”.

Este cuarto elemento, de llevar a los vehículos a otro nivel en lugares muy conflictivos, se debe aplicar en casos extraordinarios en donde no haya otra solución, y así lo sugiere para Mariano Otero y Obsidiana, donde los peatones esperan a veces hasta dos minutos para atravesar la avenida.

Puentes mecanizados

Una quinta solución, y que no es descabellada, es construir puentes peatonales incluyentes que sean mecánicos. El arquitecto describió que los pasos actuales son inapropiados para niños, personas de la tercera edad y discapacitados, por lo que una alternativa es colocar bandas mecánicas, como las que tienen los centros comerciales en estacionamientos subterráneos, para trasladar a clientes y carritos; es decir, no son onerosas.

Lo que el especialista remarcó es la necesidad de que la gente que toma decisiones se determine a “sanar” las enfermedades de la urbe con acciones que, si bien no darán mucha publicidad, sí tendrán repercusiones en la calidad de vida de los habitantes a mediano y largo plazo.