Guadalajara, escala para migrantes

GUADALAJARA, JALISCO (21/AGO/2011).- Cada viajero lleva en su corazón un puñado de sueños; como contraste, el tren arrastra la muerte. Esa es la dualidad de una partida que se puede prolongar hasta por cuatro o cinco meses, hasta llegar a su destino.

Desde Chiapas comienza una soledad acompañada que no termina en el recorrido ni en las peligrosas noches sobre las vías, más bien se ve condensada con el paso del tiempo. Mientras dura el viaje hay mucho en qué pensar, y entre  los breves descansos y eternas esperas se cuelan los recuerdos de los seres queridos que se quedaron atrás, en otras estaciones.  

Después de la tempestad, el viaje finaliza en Tijuana, para otros su recorrido termina en cualquier paraje de la República.

Guadalajara alberga a “trampas” que decidieron quedarse. Ahora viven en el perímetro de las vías del ferrocarril a la altura de una zona que paradójicamente lleva el nombre del primer presidente de los Estados Unidos, quien fue también hijo de migrantes, George Washington.