El camión de la locura

GUADALAJARA, JALISCO (08/ABR/2012).- Cuando el conductor de la Unidad 2109 de la ruta 400 se detuvo en el parque Revolución, no sabía lo que hacía. Primero se asomaron 20, luego 30. Eran más de 50 hinchas que, enardecidos, se treparon al camión. Unos pagaron, otros sólo pasaron.

En ese momento el conductor mutó, se convirtió en esclavo de la pasión desenfrenada. La barra de las Chivas partía hacia el estadio Omnilife, donde esta tarde se disputa el Clásico Nacional, donde el equipo del Guadalajara se juega la vida en el presente torneo, frente a las Águilas del América.

"¡Canten, perros. Es el clásico, con huevos!", el que exije es el Dólar, un joven moreno con los dientes cariados que no tiene otra cosa que pensar que en el triunfo de las Chivas. Ya arriba, los que no caben salen por los respiraderos y por las ventanas. El camión arranca.

Los transeúntes ven al camión como si estuviera lleno de luces, mujeres semidesnudas y trajera un oso polar como botarga en plena época decembrina. El chofer, que al final del camino no querrá decir su nombre, sólo obedece.

En el camino al estadio se ven las primeras causas de las complicaciones viales. De Avenida Patria hasta la Avenida Aviación hay, en cada semáforo, cuadrillas de los candidatos al gobierno del Estado. Todos quieren que el apellido de Alfaro y Guzmán (de Aristóteles no se vieron) sea pegado en los cristales de los vehículos, que lucen llenos de personas con playeras de las Chivas.

Una vez que el ruta 400 llega al estadio, no sin antes parar tres veces (una a una vinatería, dos más porque agentes de vialidad lo pidieron), el camión deja a los aficionados en manos de la policía de Zapopan. Ocho policías que tratan de hacerles una revisión de rutina a los aficionados, pero no con mucho éxito. Muchos se les pelan, a los que alcanzan a "basculear" les quitan palos, piedras y pelotas de golf. A nadie detienen.

A unos metros de la taquilla principal hay un operativo. Esta semana el escándalo de la reventa regresó. Pero sólo ha sido el escándalo, la reventa nunca se ha extinguido. Prueba de ello son los mismos franeleros del estacionamiento, quienes ofrecen boletos a quien se asome. Si hay policías o reporteros con gafetes al pecho se hacen los desentendidos. Pero una vez que se alejan, la pregunta ¿le sobran boletos?, y el ya clásico "de abajo y de arriba, baratos, baratos", se vuelven una constante.

Faltan apenas unos minutos para que inicie el partido. Lo extrafutbol tomará descanso para ver a 22 jugadores disputar un lugar en la liguilla, en la recta final del torneo.

Que ruede el balón.

EL INFORMADOR /OMAR GARCÍA