Domingo, 10 de Noviembre 2024
Jalisco | Las poblaciones marginadas son más propensas a sufrir las consecuencias

Ciudadanos, principales responsables de inundaciones, según experto

De acuerdo con el ingeniero hídrico Javier Martínez, las poblaciones marginadas son más propensas a sufrir las consecuencias

Por: EL INFORMADOR

Cuadrilla de desazolve. Trabajadores del SIAPA limpian una alcantarilla colmada de desechos humanos. EL INFORMADOR /

Cuadrilla de desazolve. Trabajadores del SIAPA limpian una alcantarilla colmada de desechos humanos. EL INFORMADOR /

GUADALAJARA, JALISCO (28/JUL/2013).- La basura es el factor que más perjudica al sistema de alcantarillado de la ciudad, y sus productores, los mismos ciudadanos, son los principales responsables de obstruir los desagües, aseguró el ingeniero hídrico Javier Martínez Martínez.

Indicó que los ayuntamientos deben imponer disciplina a las personas para que tiren menos basura, con medidas ejemplares. “Hay que multarlas para que se hagan responsables. Mientras a la gente no les cueste, no van a dejar de hacerlo”.

Explicó que otro origen importante de la producción de basura es “la natural”, que cae de las ramas de árboles. Afirmó que ante estos hechos la autoridad queda rebasada, y no les ajusta el personal.

Martínez Martínez aseveró que las poblaciones marginadas y con pobreza son más propensas a sufrir las consecuencias de las inundaciones, porque sus viviendas son de peor calidad, “y la gente pudiente tiene mejor infraestructura”.

Sobre las autoridades, mencionó que deben de reforzarse con mayor personal e implementar algún sistema de disciplina. “Porque en algún momento se necesitarán miles de personas para limpiar, y lo importante es prevenir y no limpiar”.

Sobre la probable responsabilidad del Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA) en este tenor, dijo que no los podría poner como culpables de las inundaciones, sino como “víctimas” porque le cargan más basura al drenaje que operan, “y cada día hay menos capacidad cúbica para que pase el agua”.

Buscan endurecer sanciones


Cargar una bolsa de plástico, una lata, o cualquier desecho parece una maldición que muchos ciudadanos quieren quitarse de encima lo antes posible, sin considerar que la basura puede tapar alcantarillas y provocar inundaciones. Por ello, el diputado local Roberto Mendoza Cárdenas presentará una iniciativa para endurecer las penas por estas infracciones, que podrían llegar a más días de los estipulados en la cárcel.

Agregó que otro grave problema es la falta de castigo: “Dejar de sancionar es impunidad institucionalizada. Ahora con la normativa jurídica que existe se puede combatir la problemática, pero necesitamos que las instancias municipales y estatales se concentren en aplicar”.

El también presidente de la Comisión de Recursos Hidráulicos y Pesca en el Congreso local, exhortó a los ayuntamientos a fortalecer la vigilancia de los constructores de obras públicas, ya que, dijo, muchas veces los fraccionadores llenan los cauces de agua con basura y escombro o “levantan un inmueble con tuberías muy pequeñas”.

RECUENTO

Daños en la metrópoli y otros municipios

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En 2013 han muerto cinco personas por causa del temporal. Las últimas dos víctimas: un prestador de servicios de la Comisión Nacional del Agua, en Tonalá, y un niño en Zapotlanejo; el primero, un hombre de 58 años que cayó a un canal en Tlaquepaque.

> En cuanto a los incidentes, el más reciente fue la tromba que inundó centenas de casas en Tlaquepaque y Tonalá, y que provocó que se aplicara el plan DNIII en éste último municipio.

> Más de 250 familias fueron afectadas por una tromba en el municipio de Teuchitlán el pasado 7 de junio. La Secretaría de Gobernación declaró estado de emergencia en el lugar.

> El 23 de agosto de 2012, una tormenta inundó el paso a desnivel de los Arcos del Milenio, en Mariano Otero y Lázaro Cárdenas.

FRASE

''Sean conscientes de lo que hacen y enseñen a sus hijos a que la basura debe de ir en su lugar''.

Juan Luis Trujillo Sánchez, trabajador del SIAPA.

• CRÓNICA

Entrañas inmundas


Sobre las calles hay basura. Grandes cantidades que regularmente adornan el espacio aquel que un perro o dos han orinado junto al poste de luz, o próximo a la parada del camión. Otras variedades más pueden encontrarse, con amplia facilidad, obstruyendo bocas de tormenta o pozos de visita (alcantarillas). Pero los verdaderos desechos: los que no se ven, están en el drenaje.

El panorama “a pie de tierra” es nada. La inmundicia real está en las entrañas de Guadalajara, a donde “se va de todo” y a donde sólo una serie de vacunas, un traje especial y una mascarilla antitóxicos permiten el acceso.

¿Qué hay en el drenaje de la ciudad? De todo: “Alhajas, relojes de pulsera, anillos, cadenas, monedas, celulares, envases plásticos, vidrio, ropa, mesas, sillas, fragmentos de electrodomésticos. Incluso cuerpos de perros, gatos y puercos enteros, y a veces encontramos partes de caballo”, cuenta Alberto Santos, jefe de alcantarillado del SIAPA en el Sector Libertad.

Alberto González Carmona, trabajador de cuadrilla, toma aire y lanza un suspiro al recordar su más reciente incursión al sifón de San Juan de Dios, que tiene 11 metros de profundidad, y del cual ha logrado extraer partes de automóviles, y cuerpos de animales con mucho tiempo en descomposición. A su voz se suma la de su compañero Juan Luis Trujillo Sánchez.

“En una ocasión en una boca de tormenta nos tocó sacar casi un ropero entero; en otras ocasiones hasta bolas de boliche, infinidad de cosas”.

— ¿Y el asco?

Pues claro que nos da asco. Dan ganas de vomitar, porque encuentras de todo. Pero así lo sacas. Haz de cuenta que hay unos (cuerpos de animales) que los llegamos a despedazar, porque a veces escarbamos con una máquina que los absorbe.

— ¿Qué mensaje dan a la gente, sobre sus tareas habituales?

Que tuvieran más conciencia de lo que hacen, que por ese motivo (arrojar basura) es que se tapa el drenaje. A mí me da tristeza, porque uno tiene hijos y va a ser el futuro de ellos, ¿qué futuro le vamos a dar a los hijos?

Alberto y Juan Luis concluyen la charla para comenzar a limpiar lo que, aseguran, es una boca de tormenta que se encuentra justo al lado de un canal en Periférico Norte y Avenida Malecón. Una estructura pluvial de la que no se distingue un solo elemento. Está sepultada a totalidad por tierra y basura; por desechos arrojados a las calles y acercados al drenaje por las lluvias.

Comienzan. Con pico y pala “escarban” sobre lo que se cree que es asfalto. Tras deshacerse de partes de muñecos, ropa vieja, zapatos, recipientes plásticos, tierra, arena y muchas, muchas bolsas, comienza a notarse el metal de la boca de tormenta. Media hora después, decenas de gotas de sudor en el rostro y alrededor de 25 carretillas repletas después, la infraestructura queda lista. “Esperando a taparse con la siguiente tormenta”, bromean.

“A quien me escuche o lea, pónganse a pensar que (arrojar residuos a la calle) es un mal que están haciendo a la ciudadanía. Al estar llenando las bocas de tormenta (con basura), pienso que es un mal que nos están haciendo a todos”, concluye solemne don Pedro Ortiz Muñoz, quien a sus casi 60 años sigue combatiendo las inundaciones que, año con año, dejan destrucción y muerte en la ciudad de Guadalajara.

MULTAS

Arresto o salarios mínimos

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Actualmente, las multas por tirar basura en la vía pública van desde los 20 días de salario mínimo a dos mil, lo que equivale a entre mil 297 a 129 mil pesos; y por mantener sucio el exterior del domicilio, la sanción va de 20 a 200 días de salario mínimo: mil 297 a 12 mil 252 pesos, o arresto de 12 a 36 horas.

> La cantidad de multas por tirar basura en la vía pública de Guadalajara han disminuido más de la mitad desde 2011; en ese año se levantaron mil 325, a diferencia de 2012, cuando sólo hubo 427, y en 2013 parece que no se alcanzará ni la mitad de ese número, porque apenas van 53.

• ''Imposible en La Martinica''


Apenas se ve el cielo nublado, se escuchan truenos y comienza a lloviznar, Jessica Vázquez empieza a subir las cosas de su recámara a la azotea: la cama, la televisión, algo de ropa. “Hay que prevenirse”, dice. No quiere perder sus pertenencias, como ya le ha pasado por inundaciones en temporales anteriores.

Además de basura, a la joven vecina le ha tocado ver que por el arroyo que pasa afuera de su casa, en la Colonia La Martinica en Zapopan, corren vacas, caballos, muebles y autopartes. La saturación de desechos tapa la infraestructura por donde va el agua y cierra la boca de tormenta cercana a la calle Cuauhtémoc, donde hay viviendas al filo del canal. Sin espacios para desahogue, el agua se desborda y se mete hasta las casas, como si intentara recobrar el cauce natural.

Jessica no duerme a gusto. Cada trueno en las tormentas nocturnas le avisa que la inundación está cerca, pero para eso adecuó un orificio en su fachada y se asoma a revisar el nivel del arroyo, si hay alarma, inmediatamente se sube a la azotea con sus cosas. La familia Vázquez vive en una de las cinco casas que quedan habitadas frente al canal, el resto están desalojadas y en proceso de demolición por orden del Ayuntamiento; ellos no se han salido porque no han llegado a un acuerdo con el monto que el municipio quiere pagar por su casa, que de largo cruza toda la cuadra: 600 mil pesos.

La inundación de 2011 fue la última con tanta potencia. “Parecía mar”, dice la vecina describiendo con su mano cómo el agua cubrió el terreno aledaño. Caía una tarde de junio cuando se empezaron a escuchar gritos: “¡Sálganse!”. “¡Ahí viene el agua!”.

Eran trabajadores que laboraban en la obra que amuralla el arroyo. Llevaban ahí casi todo el periodo de estiaje, fincaron calles aledañas y aprovecharon para edificar infraestructura hidráulica: un ducto y modificar una boca de tormenta cercana. Ése fue el problema y la primera lluvia fuerte no respetó las nuevas construcciones ni las antiguas casas, explican vecinos.

Ese año la familia Vázquez perdió casi todo, o al menos lo indispensable para vivir, pero les llegó apoyo económico de las autoridades. Este año, aunque sí han subido los niveles, no se les ha metido el agua a la casa.

El paisaje es de ruinas al borde de un canal. Una de las viviendas demolidas es la de Consuelo Rodríguez; cuando ella y su esposo compraron el terreno y construyeron su hogar, al abrir la puerta tenían un arroyo y pastizales enfrente; sus hijos ahí se bañaban. Eran tierras ejidales que se regularizaron en tiempos de la Presidencia de Carlos Salinas de Gortari.

“Si Salinas hubiera dicho: ‘Saben qué, aquí no se puede porque es zona de riesgo’; desde entonces hubieran hecho algo por sacarnos. Hasta esta última inundación fuerte (de 2011) ya no nos dejaron vivir aquí”, dice Consuelo y se limpia el lagrimal.

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