Viernes, 17 de Octubre 2025
Jalisco | En tres patadas por Diego Petersen Farah

Cada quien su cachorro

En principio, para una ciudad que es una sola, lo mejor es sin duda una sola policía

Por: EL INFORMADOR

Las diferencias partidistas tienen o deben tener límites, y la seguridad pública es sin duda uno de ellos. El que los alcaldes sean de un mismo partido no asegura para nada los acuerdos ni la colaboración; prueba de ello es que en el trienio anterior, con los cinco alcaldes panistas, resultó imposible tener una policía metropolitana con mando único. No hay ideología que sustituya a la voluntad política. Hoy la discusión está de nuevo sobre la mesa.

Enrique Alfaro, alcalde de Tlajomulco y el único no priista en la zona metropolitana, ha planteado la urgencia de una policía metropolitana, a lo que los alcaldes de Guadalajara y Zapopan han respondido con un claro no.

¿Es mejor una policía metropolitana que cinco municipales? Ahora sí que depende del cristal con que se mire. En principio, para una ciudad que es una sola, lo mejor es sin duda una sola policía. Es absurdo que al cruzar una calle, el municipio sea otro y por lo tanto, las reglas de operación de la seguridad sean otras. Ni los ciudadanos ni los delincuentes se mueven con esa lógica. Mantener el esquema municipal es darle a los malandros, de manera por demás absurda, una ventaja sobre el policía y sobre el ciudadano. Administrar cinco policías es además más caro que administrar una; el uso de recursos humanos es mucho más sencillo en una policía de dos mil elementos que en cinco de entre 200 y 800 cada una; la inteligencia para una sola es más eficiente que cinco pseudo inteligencias, etcétera. Pero también una sola policía implica un solo comprador de patrullas (y ya hemos visto que no hay nada más atractivo que comprar carritos por montón) e implica también una sola cadena de mochadas. Es decir, los intereses creados en torno a la seguridad van más allá de los indicadores de violencia.

Pero incluso si pensáramos bien, y aceptando —sin conceder— que los alcaldes son todos hombres buenos cuyo único interés es la seguridad de los ciudadanos, para los presidentes municipales entregar el mando de la policía es entregar poder y peor aún, poner en manos de un tercero, sea quien sea, el elemento más delicado del ejercicio del poder. Los alcaldes, como dijo el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt con respecto a Tacho Somoza (el primero), prefieren tener a un hijo de perra mientras sea su hijo de perra (su cachorro pues, para que no se oiga tan feo); prefieren tener un comandante mediocre y mal pagado mientras sea su comandante.

Para que estos o cualquier alcalde ceda el tema de seguridad, tienen que tener la certeza de que lo que viene es mejor, pero sobre todo la certeza de su propia seguridad política y, a como están de tontamente tensas las relaciones entre los partidos, eso es hoy imposible.

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