Martes, 21 de Octubre 2025
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Éxito a toda costa, agasajo histriónico en el Diana

Una obra que deja sin aliento; una verdadera batalla histriónica entre sus protagonistas

Por: EL INFORMADOR

Un verdadero deleite histriónico es el que se puede apreciar en esta puesta en escena.  /

Un verdadero deleite histriónico es el que se puede apreciar en esta puesta en escena. /

GUADALAJARA, JALISCO (24/AGO/2013).- De esas obras que dejan sin aliento. Frontal. De choque. Sin límite para explorar la oscuridad humana. Que lo mismo causan risas, que nudos en la garganta. Así fue lo que se vivió con Éxito a cualquier precio, un deleite histriónico que ayer ofreció dos de funciones en el Teatro Diana.

En el escenario del recinto de avenida 16 de septiembre, se vivió una verdadera batalla histriónica. Allí, donde los titanes reales del arte histriónico se encuentran. Héctor Bonilla (Shelly Levene), Bruno Bichir (Richard Roma), Patricio Castillo (George Aaronow), Juan Carlos Colombo (Dave Moss), Julio Bracho (John Williamson) y Javier Díaz Dueñas (James Lingk). Todos, bajo la dirección de Enrique Singer, y actuando, palabra por palabra, el texto que alguna vez salió de las manos de David Mamet.

La trama de cuatro vendedores que tratan de romper récords de ventas dentro de una agencia decadente de bienes raíces atrapó desde el primer instante a los espectadores, que hicieron una buena entrada al Teatro Diana, misma que si bien no fue un lleno, sí se entregó a los actores.

Buena y mala educación

Éxito a cualquier precio está dividida en dos partes. La primera de planteamiento, donde los personajes muestran sus armas y debilidades. La segunda, vertiginosa, salvaje, sin piedad. Las máscaras de todos se caen. El codicioso, el avaro, el fracasado. No hay buenos y malos en la historia. Todo se mueve en tonos de grises.

En las gradas, una vez más el público jalisciense mostró educación, en su mayoría. Pero como viene siendo costumbre, no faltó quien dejó encendido el celular e interrumpió, notoriamente durante la primera mitad, el silencio sepulcral que debe reinar entre las butacas. Una y otra vez. Tanto que antes de que terminara el intermedio, a través de los altavoces, se le solicitó al público que apagara sus teléfonos móviles, o usara el sistema de vibrador. Esta falta de respeto y cultura fue la única mancha en una obra que fue redonda, y que de acuerdo a sus protagonistas, es difícil que vuelva a visitar la Perla Tapatía.

EL INFORMADOR / FRANCISCO GONZÁLEZ

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