Federer, pentacampeón

NUEVA YORK, ESTADOS UNIDOS.- El suizo Roger Federer, número dos del mundo, se convirtió en pentacampeón del Abierto de Estados Unidos, último Grand Slam del año, tras derrotar en la gran final al británico Andy Murray.

Federer, quien tuvo 59 por ciento de eficiencia en su servicio, realizó tres ases y conectó un total de 94 puntos ganadores, necesitó de una hora y 51 minutos para doblegar al verdugo del español Rafael Nadal (1) en tres sets, por parciales de 6-2, 7-5 y 6-2.

El helvético, quien así igualó a los estadounidenses Jimmy Connors y a Pete Sampras, empezó con autoridad el partido, consiguió romper el saque del tenista originario de Dunblane, Escocia, en el tercer juego y adjudicarse el primer set por 6-2, en tan sólo 27 minutos.

Murray, quien consiguió clasificarse por primera vez en su carrera a la final del torneo neoyorquino, se mostró incómodo en la pista del estadio Arthur Ashe ante un Federer que no le dio muchas opciones a lo largo del partido.

En el segundo parcial, Murray ofreció más resistencia ante su adversario, pero cuando el encuentro marchaba 5-5, el suizo hizo gala de su experiencia para imponerse por 7-5.

En el último set, el ex número uno del mundo “metió el acelerador” no dio opciones a su adversario hasta tener una ventaja de 5-0, que al final concluyó con un 6-2, para así levantar por quinto año consecutivo el trofeo en Flushing Meadows.

Además de convertirse en pentacampeón en Nueva York, Federer logró sumar su tercer título del año y el número 56 de su carrera, mientras Murray se quedó con las ganas de añadir a sus vitrinas el cuarto de la temporada, el séptimo de su trayectoria y el primero de Grand Slam.

Ahora, el originario de Basilea igualó a 2-2 la marca en enfrentamientos directos con el británico en el máximo circuito del deporte blanco varonil.


Roger, el supersticioso

“Una cosa es segura. No me voy a parar en los 13”, declaró Federer en la cancha del estadio Arthur Ashe, justo cuando empezaba a ser arropado por la noche neoyorquina.

Federer llegó aquí sin su aureola de invencibilidad, desbancado por Rafael Nadal del puesto número uno del ranking mundial que había ostentado durante cuatro años y medio.

Sólo había ganado un par de títulos en torneos de tercera categoría, su menor cantidad a esta altura del año desde 2002 y ninguno en canchas duras, la superficie del abierto estadounidense.

Se comentaba que ya no era el de antes, que había caído un declive irreversible. Todo por un año irregular, aunque cualquier otro tenista se moriría por tener una campaña como la de Federer; se clasificó a tres finales seguidas de Grand Slam, perdiendo ante su némesis español Rafael Nadal en Roland Garros y Wimbledon, y cayó ante Novak Djokovic en la semifinal de otro, esta vez en Australia. Corría el riesgo de completar su primer año desde 2002 sin un título grande.

Pero Murray sorprendió a Nadal en las semifinales aquí y Federer se dio gusto con la inexperiencia del británico de 21 años en su primera final de un Grand Slam.

Tal vez la manera más apropiada de describir el año de Federer es que simplemente, por lo menos hasta ahora, no jugó a su estándar habitual.

FRASE:

“Me siento como un neoyorquino. Este es un momento muy especial en mi carrera. Para mi representa mucho este triunfo”.
Roger Federer, tenista suizo.