Jueves, 09 de Octubre 2025
Deportes | A propósito por Jaime García Elías

* Trapos

A propósito por Jaime García Elías

Por: EL INFORMADOR

Signo de los tiempos...
Esa es la gran preocupación de los aficionados: más que el interés por ver en acción las “caras nuevas” en los planteles; más que comprobar cuanto peso específico puedan tener los “refuerzos” adquiridos en el reciente tianguis de piernas o en los mercados internacionales; más que constatar si esta vez sí cuaja la buena intención de “ser protagonistas” en el certamen que comenzará dentro de tres semanas, o si tampoco; más que todo eso, las miradas de un porcentaje significativo de futbólatras, se concentran... en las nuevas camisetas de los equipos.
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Cuando pueden hacerlo explícito, o cuando hay frustraciones como las que en los últimos meses se han acumulado a consecuencia de los tumbos que por todas partes ha dado la Selección Nacional, los aficionados reprochan a los dirigentes de los “clubes” su desmedido afán por los aspectos económicos (el futbol-industria) y su desinterés por las cuestiones esenciales (el futbol-deporte) del entretenimiento nacional por excelencia...
En cambio, cuando los dueños de la pelota convierten a los jugadores en modelos de pasarela, para dar a conocer las indumentarias que vestirán durante la siguiente temporada, aparece, ávido de novedades, el rostro del aficionado que más interesa a los dueños del juguete: el del potencial consumidor.
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En efecto: son modas. (“Trapos”, dirían las abuelas)...
En tiempos relativamente recientes, los cambios en los uniformes eran mínimos; imperceptibles. Se modernizaban los materiales: de las camisas de popelina y los pantaloncillos de gabardina, a las fibras sintéticas. Se incorporaban innovaciones tecnológicas: de las franjas y números de parche, burdamente cosidos a máquina, a las impresiones imperceptibles al tacto. Los diseños, en cambio, permanecían inalterables.
Los cambios sistemáticos en las prendas obedecen a que clubes, patrocinadores, fabricantes de implementos deportivos e incluso medios de comunicación se han convertido en socios de una gran industria. Tan grande así, en el aspecto financiero, que es público y notorio que las estratosféricas cifras que se desembolsan por ciertas transferencias, se pagan solas... mediante la venta de camisetas.
Eso convierte a cada uno de los adquirentes en multiplicador de los mensajes publicitarios impresos en ellas. Multiplicadores que no sólo no cobran sino que pagan por hacerles el caldo gordo a quienes han hecho del futbol un negocio que no existiría si el aficionado no fuera, en el fondo, un consumidor compulsivo --porque cada año les compra la camiseta nueva-- y cautivo.

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