* Tópico

Los redactores de notas para la página oficial de la FIFA, por lo visto, no son mucho más imaginativos que los redactores de notas preventivas de la jornada futbolera en turno en la prensa doméstica.
Quien haya escrito que una peculiaridad del Torneo Bicentenario, que hoy comienza en cinco estadios mexicanos, estriba en que “no hay favoritos”, aún debe estar en la sala de terapia intensiva de algún hospital, con fractura de cráneo complicada con caspa, a consecuencia del esfuerzo supremo a que sometió a su neurona cuando acuñó esa frase.

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La frase, hablando en plata, no pasa de ser un tópico...
Por supuesto, toda competencia deportiva que arranca, incluye, necesariamente, uno o varios favoritos. En el caso, por su historial, por sus antecedentes recientes, por las potencialidades de sus planteles actuales, es lógico que se piense, por ejemplo en Cruz Azul, América y Toluca.

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El primero fue lógico finalista y sorpresivo subcampeón del más reciente Torneo de Apertura: que el Monterrey se adjudicara el título, e incluso que lo hiciera con absoluta legitimidad, no resta un ápice a lo sorpresivo de su coronación; que el Cruz Azul se haya ganado el mote de “Subcampeonísimo”, es una ironía similar a la que se manifestó en el “Ya Merito” con que la “vox pópuli” bautizó al Guadalajara previo al legendario “Campeonísimo”.
El segundo ha hecho inversiones, ha coleccionado figuras y se ha mantenido en el candelero como el equipo más publicitado del futbol mexicano; por su popularidad --que corre parejas con su impopularidad--, es lógico que se califique de “fracaso” a todo lo que no sea, en su caso, la conquista del título.
El tercero ha mantenido el estilo y la solvencia, y ha sido protagonista sistemático de los últimos torneos en el futbol mexicano.

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Ahora bien: como en el automovilismo, como en el tenis, como en el box, como en el beisbol, como en tantos órdenes de la vida, la calidad de favorito de un equipo, en materia de futbol, de ninguna manera implica la garantía --ni mucho menos-- de éxito...
Como en el pasaje evangélico, “Muchos son los llamados”... y uno sólo el elegido para quedarse con la mano de Doña Leonor. Por eso, al margen de qué equipo se lleva el gato al agua, lo verdaderamente importante es que el ganador, en cualquier caso, sea el aficionado.
Así sea.