* “Petatazo”

Falta que “asegunde” en el partido de vuelta, esta tarde en San Luis. Y en la hipótesis de que Santos Laguna avance a semifinales, aún faltaría ver si los “Guerreros” honran la calidad de favoritos que adquirieron el domingo pasado, por obra y gracia de su victoria sobre los “Gladiadores”: por cierto, la única que se registró el anterior fin de semana, en medio de una jornada en que los empates, que dejaron todo pendiente para el Atlante-Tigres de esta noche y los Toluca-Tecos y Pumas-Cruz Azul de mañana, fueron la tónica...

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Las miradas, esta tarde, estarán con un ojo al gato... y otro al garabato.

Lo primero: la ventaja de dos goles que Santos Laguna consiguió en el partido de ida, puede ser determinante. Especialmente si el San Luis resiente la presión de tener que remar contra la corriente, no obstante su condición de local, el trámite del partido puede resultar más cómodo y el marcador más manejable para los coahuilenses.

Y lo segundo: para propios y extraños, peso especialmente para los neutrales —es decir, los críticos y los aficionados “de a pie”—, una pieza será objeto de vigilancia, observación y cuidados especiales: Cuauhtémoc Blanco.

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A reserva de lo que suceda esta tarde y eventualmente en las dos rondas que restan para que se defina el campeón del Torneo de Apertura, es innegable que Blanco llegó, de manera absolutamente sorpresiva, a convertirse en el protagonista por excelencia, en una película en que sólo parecía haber “extras”.

En efecto: aunque Hernán Cristante fue la figura del primer partido entre “Tecos” y Toluca, un balance objetivo de los hechos permitió llegar, por consenso, a la conclusión de que el empate con sabor a derrota para los universitarios se debió menos a la solvencia del guardameta de los “Diablos Rojos”, que a los varios escandalosos desaciertos de sus propios atacantes.

Si en la explicación del resultado de ese encuentro, pues, hubo más traidores que héroes, en la Comarca, en cambio, Cuauhtémoc se convirtió en el catalizador en las filas de los “Guerreros”. Sin él, Santos Laguna era simplemente uno de los ocho “llamados”. Con él, al aportar los chispazos que hacen la diferencia entre el esfuerzo y el talento, su equipo pasó a convertirse en el gran favorito... a condición de que lo del domingo pasado no haya sido la clásica “llamarada de petate”.