* “Perradas”

A despecho de que el adagio sostiene que “perro no come perro”, en el futbol mexicano se ha generalizado, de unos años a esta parte, un fenómeno un tanto peculiar: la presencia de antiguos silbantes, en calidad de comentaristas, en los medios de comunicación...

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En principio, la idea era buena. Se trataba, en teoría, de aprovechar la ciencia y la experiencia de personas ilustradas en una de las facetas más delicadas del deporte, para ilustrar al aficionado. Se trataba de aportar, merced a su concurso, algunos elementos de juicio, al efecto de entender --que no necesariamente de justificar “a raja-tabla”-- algunas decisiones arbitrales: qué dice la regla; con qué disposiciones complementarias la enriquece el International Board; qué explicaciones, por cuestiones de apreciación o de interpretación, pudo tener alguna decisión discutible o, incluso, decididamente errática del silbante.

En la práctica, sin embargo, ha sido diferente. Sin perjuicio de que algunos antiguos árbitros sigan dando muestras de la sapiencia y de la ponderación que los caracterizó en el delicado ejercicio de aplicar sobre la cancha las reglas del juego, otros han aprovechado su nueva función para dedicarse, precisamente, a “comer perro” a tarascadas.

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A partir, vía de regla, de la ventaja --que el árbitro no tiene-- de poder repasar un lance discutible, merced a los avances tecnológicos que permiten revisar las acciones desde diferentes tomas, los “ex”, casi siempre desde una perspectiva a todas luces dolosa, se dedican a exhibir y a descalificar el trabajo de sus colegas.

Esa práctica, por desgracia, hace escuela. Hace que el aficionado desconfíe sistemáticamente de los fallos arbitrales. Deja el sedimento de que a los silbantes se les debe clasificar en dos categorías: o los incompetentes (que serían los malos)... o los deshonestos (que serían los peores).

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Así, ahora que se sabe que la Comisión de Arbitraje de la Federación estudia la posibilidad de enviar a la Concacaf una protesta porque un comentarista hondureño criticó a Marco Antonio Rodríguez --árbitro mexicano, por si alguien lo ignora--, supuestamente por no haber marcado un penalty a favor de Honduras en su partido de la semana pasada ante Costa Rica (partido que Honduras ganó por 4-0), y de haber provocado entre los aficionados un clima de linchamiento --o punto menos-- en su contra, la moraleja de la historia cae por su propio peso: “Siembra vientos... y cosecharás tempestades”.