* Página negra

Al margen de la influencia que en el desempeño del Monterrey y del Atlas, en su entrevista del sábado próximo, pudieran tener amuletos, sortilegios, mandas, veladoras, y toda suerte de conjuros metafísicos, cualquiera diría que no hay necesidad de darle demasiadas vueltas al asunto; que lo normal es que se consumen los temores de que el Monterrey haga valer su condición de favorito --porque es local y porque los números demuestran que, hoy por hoy, es mejor--... y los rojinegros, en consecuencia, escriban una de las páginas más penosas de su accidentado historial.

De consumarse esa hipótesis --la más probable en términos de lógica--, la próxima semana habrá que reciclar todas las lamentaciones y recalentar todos los argumentos que se han manejado para explicar el fenómeno y para tratar de anticipar qué va a suceder con el Atlas al final de la película: ¿salvará el pellejo?...; ¿habrá algún salvavidas que se convierta, sin quererlo, en “seguro de vida” de los rojinegros?...; o, como empiezan a temer algunos, ¿es el Atlas el equipo predestinado al llanto y el crujir de dientes del descenso al circuito inferior...?

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Un repaso, a vuelo de pájaro, de las circunstancias que se han presentado en las últimas temporadas, lleva de la mano a la conclusión de que los rojinegros no están con el agua al cuello por culpa de la mala suerte. Están donde están y están como están como consecuencia lógica de sus actos.

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No es sólo que el “Chango” Moreno no sea el goleador que fue en otras temporadas; es que, salvo prueba en contrario, cuando Alfredo tenía goles en las piernas, el Atlas no tenía con qué pagárselos... y que cuando el Atlas pudo pagarle, el jugador ya no tenía con qué corresponder.

No es sólo que el equipo se haya debilitado por las ventas de Ayala y Torres Nilo; es que en esos casos se repitió la historia de siempre: jugador que sobresale es jugador que se va vendido --los casos de Márquez, Guardado y cien más--, porque el Atlas ya no puede pagarle lo que vale.

No es que ningún jugador del plantel actual ejerza un liderazgo sobre el resto, dentro o fuera de la cancha: es que ya hace un buen rato que el Atlas no tiene un jugador que arrastre, en el buen sentido del concepto, a sus compañeros.