Martes, 14 de Octubre 2025
Deportes | A propósito por Jaime García Elías

* “Otra cosita”

A propósito por Jaime García Elías

Por: EL INFORMADOR

Hay que reconocerle un mérito, por lo menos, a Marco Antonio Rodríguez: la valentía. Porque tanto para expulsar al portero de un equipo como para marcar un penalty contra el local, en el último minuto --y, sobre todo, para hacerlo en un “Clásico”-- se necesita tener muy bien puestos los pantalones. (O, como para bailar La Bamba, “Una poca de gracia... y otra cosita”).

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Los expertos vieron diez o doce veces, desde diversos ángulos, en cámara lenta y en tomas congeladas, el lance que le costó la expulsión a Canales. Ni así se pusieron de acuerdo... Es probable que Marco, al analizar fríamente la acción, reconozca haberse equivocado: que quizá hubiera sido más justo sacar la tarjeta amarilla, por la fuerza desmedida con que el arquero del Atlas salió a disputar con el “Amaury” Ponce y con Rergis una pelota que él mismo dividió al salir del área a rechazarla de cabeza, y que, al no haber contacto físico, la roja resultó un tanto excesiva.

Sus críticos, a su vez, serían muy honestos si aceptaran que en esa decisión pudo haber un error de apreciación del silbante --¿qué regla dice que el árbitro tiene que ser perfecto...?--, pero de ninguna manera dolo o mala fe.

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La historia se repitió en la acción que Marco sancionó con la pena máxima. Los expertos, de entrada, se sorprendieron cuando el silbante decretó el penalty. A la segunda o tercera repetición de la jugada, advirtieron que, en efecto, Reynoso derribó a Fuentes, cargándolo con el brazo derecho por la parte alta de la espalda.

Se alega que “esas jugadas son comunes”. Se dice que “si todas se marcaran, en cada partido habría 30 penalties”... Se soslaya, sin embargo, que no porque la impunidad se vuelva una norma --debido, principalmente, a que ni el silbante más estricto detecta todas las faltas que se cometen en un partido--, haya que abolir la regla, homologar el reglamento --en ese aspecto-- con el del futbol americano... y dejar de señalar las infracciones que se detectan.

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Lo cierto es que el Atlas, el domingo, supo manejar con más entereza anímica las circunstancias del partido --los famosos imponderables-- y trabajar con más inteligencia el resultado, y que muchos rojiblancos enseñaron el cobre por partida doble: primero porque no supieron ganar... y luego porque no supieron perder.

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