Viernes, 10 de Octubre 2025
Deportes | A propósito por Jaime García Elías

* Lección

A propósito por Jaime García Elías

Por: EL INFORMADOR

Reynoso y Bravo abandonan el campo con sus medallas de subcampeón. REUTERS  /

Reynoso y Bravo abandonan el campo con sus medallas de subcampeón. REUTERS /

Ya el tiempo dirá si la más reciente, dolorosa experiencia, les sirve para aprender la lección... o si tampoco.

La lección, en pocas palabras --como para llenar con la frase algunas páginas de cuaderno--, sería esta: “Dios castiga a los lenguaraces”.

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Durante los días previos al encuentro decisivo entre Internacional de Porto Alegre y Guadalajara, por el título de la Copa Libertadores de América, los jugadores del “Rebaño Sagrado” empataron y aun dieron la voltereta al marcador del partido de ida, disputado una semana antes en su flamante estadio... a punta de declaraciones.

Los jugadores del Ínter, una de tres: o no leyeron tales declaraciones, o no se dieron por aludidos... o su contenido les interesó un cacahuate.

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El del primer tiempo --hay que reconocerlo-- fue otro Guadalajara: protagonista, este sí, y no mero comparsa, como el del partido de ida.

Es cierto que su forma de jugar en el Estadio Beira Río, deslució el encuentro; es cierto que atentó contra el espectáculo. Sin embargo, era lo adecuado...

Un partido de futbol tiene que entenderse como una contienda; no debe confundirse con el espectáculo químicamente puro... En una sala de conciertos, nadie le hace ruido al solista para desconcentrarlo, ni le grita, para que se equivoque, como ahora se grita a los porteros en los estadios de México cuando van a despejar el balón.

En el futbol, al margen de lo que opinen quienes suponen que el ideal del deporte estriba en “jugar y dejar jugar”, un buen equipo es el que mejor hace circular el balón cuando lo tiene, y el que más eficaz demuestra ser para recuperarlo. Botón de muestra, el Guadalajara del primer tiempo en Porto Alegre.

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Por desgracia, la cuerda sólo le alcanzó para medio partido, para anotar un gol, para empatar (2-2) el marcador global... y para alimentar los sueños de sus legiones de simpatizantes.

El resto fue lamentable: la manera como se perdieron, paso a paso, la disposición de ánimo, el orden, el estilo, el partido... y, finalmente, la Copa.

Fue lamentable, sobre todo --volvemos a lo del principio-- porque antes del partido se habló demasiado: se llenaron demasiados espacios en las notas previas a base de literatura barata, en desacato de la advertencia: “Del plato a la boca, suele caerse la sopa”.

Ya el tiempo dirá --valga reiterarlo-- si se aprendió la lección.

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