* Dos sopas

Ya no hay más que de dos sopas... y ambas resultan apetecibles.

En efecto: en la disputa por la plaza que dejaron vacante los Indios de Ciudad Juárez en la Primera División, el asunto quedará, necesariamente, entre Necaxa y León (o León y Necaxa, que “tanto monta...”).

*

Dejar a merced de los resultados estrictamente deportivos --con todo lo que tales resultados dependen del azar-- la definición de un asunto tan serio como el relacionado con una franquicia, parecería aventurado. Un partido (o una serie breve de partidos) cualquiera lo gana; no necesariamente el mejor; no necesariamente el más idóneo para conseguir el trascendente beneficio adicional que implica, en el caso, la victoria.

Menos mal que en los primeros partidos de la “liguilla” por el ascenso impusieron su jerarquía dos equipos dueños de un largo historial en el circuito grande. Sin menoscabo de los merecimientos que hicieron Tijuana y La Piedad para llegar a esa instancia y de los esfuerzos que realizaron otros equipos que también tienen su historia --Veracruz e Irapuato, por ejemplo--, los resultados de los encuentros decisivos, en la primera ronda de esta etapa, fueron contundentes: los actuales finalistas (León y Necaxa) tradujeron en marcadores aplastantes su superioridad manifiesta.

*

Uno y otro se prepararon a conciencia para esta empresa. Aunque León lleva ya varias temporadas en el purgatorio del circuito de ascenso, la afición del Bajío no se resigna al destierro; saben que la suya, por derecho propio, es una plaza de Primera División. Otra cosa es que esté pagando, con la penitencia de la mediocridad, los pecados de directivas que perdieron el rumbo que el León tuvo en sus años de grandeza.

*

El Necaxa, por su parte, intenta abreviar al mínimo --una temporada-- el destierro al que lo condenaron sus pecados de las últimas campañas en la Primera División. Tiene a su favor la marcha casi perfecta (o sin el “casi”) realizada con Omar Arellano padre como timonel. En contra, que la afición de  Aguascalientes --como se comprueba a la vista de las flojas entradas incluso en los partidos de la “liguilla”-- no acaba de verlo como el heredero de los títulos que le permitieron consagrarse como el mejor equipo mexicano en la última década del siglo XX... y no deja de verlo como un equipo errante, advenedizo,  apátrida, carente de arraigo en la plaza.