* Digno campeón

Sea cual sea el desenlace de esta historia, puede anticiparse que cualquiera que se erija, mañana por la noche, en “El Muchacho de la Película”, será --a partir del presupuesto de que el diablo en persona no meta la cola-- un digno campeón.

*

La intervención del diablo en persona se produciría, en el terreno de la hipótesis, si en el capítulo decisivo ocurriera algún imponderable como, verbigracia, la famosa mano impune de Huiqui, hace una semana, en el segundo partido Cruz Azul-Morelia de la fase de semifinales.
De no ser así, Monterrey y Cruz Azul ya honraron el epílogo del Torneo de Apertura que está a horas de culminar, con el excelente partido de la noche del jueves en la Sultana... Excelente, en efecto, si no por la calidad, si no por los primores futbolísticos que se registraron, sí, sin duda, por la generosidad de las dos escuadras y, en consecuencia, por la intensidad del cotejo.

*

En las instancias decisivas de los torneos, cuando se juegan “partidos de 180 minutos” y no de 90, suele suceder que los juegos de ida resultan decepcionantes. Puesto que así es la condición humana, es frecuente que en esos encuentros, más que jugar, los equipos especulen. Los protagonistas --y, sobre todo, los técnicos, que se toman demasiado en serio el papel de “estrategas” que en estos menesteres se les confiere-- piensan más en el segundo partido que en el primero. Juegan el de ida con una mentalidad similar a la de los boxeadores que convierten en “rounds de tanteo”, de administración, los primeros episodios de un combate pugilístico.

*

La cantidad de goles que se anotaron en el primer Monterrey-Cruz Azul, y,  sobre todo, las volteretas en el marcador que se registraron a lo largo del encuentro, denunciaron una disposición de ánimo encomiable. Tal vez no fue que los jugadores, como suele decirse, salieran decididos a “dar espectáculo”. No... Tampoco salieron “a trabajar el resultado”: salieron a ganar. Lo cual, aunque parezca lo mismo, no es igual.
El Monterrey, sobre todo, se ganó a pulso la estrellita en la frente por la reacción del segundo tiempo, que le permitió ganar un partido que al descanso parecía perdido.
Ahora el reto es para el Cruz Azul: si quiere romper su ayuno de títulos, necesariamente tendrá que salir a ganar, mañana, una Final que, hoy en día, parece perdida.