* De cero

Las penurias que pasó la Selección Mexicana para traducir al marcador la teórica superioridad y el dominio abrumador ejercido sobre su similar --es un decir...-- de Belice, en el primer partido de la eliminatoria mundialista, dan la razón a quienes sostienen que uno es el futbol de México... y otro muy diferente el futbol mexicano...

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El futbol mexicano es algo genérico. Incluye la infraestructura de que se dispone --plazas, estadios, organización...-- y, por supuesto, a los pomposamente denominados “clubes” que participan en él. Las instalaciones que comprende le han permitido realizar, con resultados más que decorosos, dos campeonatos mundiales y aspirar a ser el primer país sede de un tercero. Dígase en contra todo lo que se quiera, las empresas que lo respaldan, las que están detrás de los equipos profesionales, funcionan aceptablemente. Si así no fuera, dichos equipos no podrían pagar a los profesionales del futbol mejor, en general, que en países como Brasil y Argentina, que tienen, a todas luces, un nivel futbolístico mucho más alto.

Hablar de “el futbol de México” es específico. Se refiere a la calidad intrínseca de su materia prima. Se circunscribe a la representación más genuina del medio: no a los “clubes”, que en mayor o menor medida dependen de la participación de jugadores extranjeros --los cuales, vía de regla, hacen la diferencia--, sino al material humano de que se dispone para participar en competencias en que se reduce considerablemente el recurso de echar mano de jugadores importados, por más que se escuden en el subterfugio legaloide de la naturalización.

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Sven-Göran Eriksson, el flamante y aún inédito técnico nacional, ha sido testigo de varias actuaciones lamentables del que será su equipo. Lo mismo cuando se perdió ante Argentina, en partido amistoso, que ahora que se ganó a Belice, en compromiso de la eliminatoria, el “Tri” evidenció que el técnico anterior --el tal Hugo...-- dejó un cochinero: un montón de jugadores teóricamente elegibles, pero no un estilo, ni un sistema, ni un plan de juego. Ninguna huella estimable de su paso, en pocas palabras.

En teoría, hay elementos para suponer que México --no sin serias dificultades, conviene subrayarlo-- honrará, finalmente, su condición de favorito para ser uno de los tres representantes de la Concacaf en el Mundial de 2010...

En todo caso, queda claro que Eriksson tendrá que partir de cero.