Jueves, 28 de Marzo 2024

Combate los kilos emocionales

Evitar el estrés y la ansiedad ayuda a tener una mejor alimentación 
 

Por: El Informador

LÍMITE. Comer sin excesos es la clave para mantener un equilibrio físico y emocional. ESPECIAL

LÍMITE. Comer sin excesos es la clave para mantener un equilibrio físico y emocional. ESPECIAL

El sobrepeso y la obesidad son problemas de salud pública en México y en días de confinamiento más gente puede ser susceptible de caer en una mala alimentación al comer por impulsividad, estrés o ansiedad, lo que se conoce como “kilos emocionales”.

“A lo mejor hay gente que no veía esto como un tema que atender, pero hoy se siente vulnerable”, comparte la especialista Circe Montes de Oca, coach de apoyo psicoemocional en Pronokal México, quien ve el caso de la pandemia como tema de coyuntura donde los profesionales de la salud y los medios de comunicación pueden darle herramientas a la audiencia para llevar un equilibrio en su estilo de vida.

“Si bien el tema de sobrepeso y obesidad es fisiológico, que tiene que ver con un desequilibrio entre el consumo de energía y el gasto que se tiene, también decirle a la gente que la comida no es el problema, sino por qué se come de esa manera. Las decisiones de qué comemos y cuánto comemos, en realidad es una reacción casi impulsiva de… ‘tengo hambre, como lo que tengo a la mano’ y (eso) está ligado a las emociones, cuando estoy ansioso, o cuando tengo cualquier molestia emocional, llámese enojo, tristeza, depresión o aburrimiento recurro a la comida y esto es importante que la gente sepa que lo aprendió”.

Explica la psicóloga que hay gente que reconoce muy bien que come por malestar emocional, pero desde una premisa muy general, y cuando ellos como especialistas analizan sus casos, se dan cuenta que es un mecanismo que aprendieron. “Desde que somos niños vamos recogiendo desde nuestra familia y nuestro ambiente cultural, no solo costumbres de alimentación, también las cantidades (las porciones)”.

También señala que los medios de comunicación de hace tiempo han influido en la manera en la que relacionan las emociones con la comida, poniendo como ejemplo a aquella chica que tras una desilusión amorosa acude al refrigerador a sacar el litro de helado para comerlo. “La comida es hoy para muchos este bastón en el que se recargan cuando se sienten mal”.

Y una mala alimentación además de generar más ansiedad y estrés, promueve la culpa y esto no queda ahí, de seguir cargando estos kilos emocionales para llenar huecos emocionales, las personas pueden caer en problemas más serios de salud derivados del sobrepeso y la obesidad.

“Las emociones son un trampolín que nos lanzan a la comida porque no tenemos otra opción, porque nadie nos enseñó cómo regular las emociones, cómo soltar los problemas y lo que encontramos es un apapacho momentáneo (que tiene que ver con la comida)”.

Dice Circe que no tiene nada de malo darse un gusto a través de la comida, el problema es que lo placentero se asocia con lo que engorda como las grasas y los antojitos, también con las porciones y no con lo saludable como puede ser una buena ensalada o un buen pescado.

Si una persona ya se dio cuenta que está cargando sus kilos emocionales, dice la especialista que como primer paso debe hacerse un monitoreo, máximo de dos semanas donde se dedique a registrar a qué hora come y qué come, dónde está, con quién está y cómo se siente emocionalmente en ese momento. “Esto nos permite a los expertos en cambios de hábitos, tener un mapa de cómo se está moviendo esta persona y poder ofrecerle todas las herramientas”. No solo se trata de llevar un programa de nutrición, también va ligado a una actividad física y emocional.

JL

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