Viernes, 29 de Marzo 2024

Las rastreadoras por la paz de Sinaloa llegan a San Luis Potosí

Realizan las pesquisas para localizar con vida a Kevin Fernando Ramírez Gálvez, joven oriundo de Ahome que desapareció el 10 de abril de 2020 en la capital potosina

Por: SUN .

La asociación Rastreadoras por la paz de Sinaloa se constituyó el 14 de julio de 2017. SUN/C. Mejía

La asociación Rastreadoras por la paz de Sinaloa se constituyó el 14 de julio de 2017. SUN/C. Mejía

Rastreadoras por la paz de Sinaloa A.C., en coordinación con la Comisión Estatal de Búsqueda de Personas de San Luis Potosí (CEBP), realizan las pesquisas para localizar con vida a Kevin Fernando Ramírez Gálvez, joven originario de Ahome, Sinaloa, desaparecido el 10 de abril de 2020, en la capital potosina.

Una fotografía publicada hace meses en la página de Facebook Desaparecidos México les dio la esperanza de encontrar al joven en la capital potosina, debido a que un hombre en situación de calle que deambula por las calles de Jacarandas podría tratarse de Kevin Fernando.

Venir a San Luis capital a realizar la búsqueda les llevó meses de espera, ya que a través de recursos federales y trámites es como lograron volar desde Sinaloa hasta la entidad potosina. El grupo de mujeres, integrado por Carina Ramírez Gálvez (madre de Kevin), Carolina Ramírez Gálvez, Selene Ramírez Gálvez, Yucari Ozuna y Claudia Rosas, quien es líder del colectivo, inició los recorridos el día de ayer lunes 4 de julio.

En entrevista para EL UNIVERSAL San Luis Potosí, antes de salir a la búsqueda nocturna, hablaron sobre el dolor de luchar contra el mundo para encontrar a sus familiares desaparecidos. Esta búsqueda con vida de Kevin es una luz que las guía, que no deja morir la esperanza, porque para ellas “la esperanza muere el día que encuentre a mi hijo en una fosa clandestina.”

Carina Ramírez Gálvez, madre de Kevin Fernando, desfalleció el 10 de abril de 2020 cuando no volvió a tener contacto con su hijo. En Sinaloa las desapariciones de personas se relacionan con las fuerzas del orden o el crimen organizado, ante estos factores el no volver a tener noticias de un familiar es desolador.

Kevin Fernando acababa de terminar la preparatoria, tenía 18 años cuando lo vieron por última vez en “El Jitzamuri”, campo pesquero de Ahome, Sinaloa. Sus tías son mujeres pescadoras, que tiran las redes en mar abierto para llevar el sustento a la casa. Selene y Carolina Ramírez Gálvez lanzas las redes en este océano de personas desaparecidas que es México, con toda la fuerza y amor para encontrar con vida a Kevin Fernando.

Alrededor de las 8:20 de la noche del lunes 4 de julio las rastreadoras sinaloenses, en compañía de las dependencias de seguridad potosinas y la CEBP, salieron del Centro Estatal de Identificación Forense y Búsqueda en dirección a la colonia Jacarandas, zona donde se le ha visto deambular y dormitar al joven que presuntamente es Kevin.

Mezcla de emociones

La mezcla de alegría y miedo siempre está presente, pero arrecia al iniciar los recorridos. Alegría porque son muy buenos indicios y el parecido es demasiado, miedo a que no sea él, pero siempre con la convicción de regresar a esa persona con su familia porque esa es la principal razón de ser de los colectivos de búsqueda.

Se recorre la Hernán Cortés, Muñoz, se volantea. Se revisan los condominios, vecinos salen y se alertan al ver la movilización. Se les muestran las fichas de búsqueda y la fotografía publicada en redes, algunos dicen que lo han visto, “recoge botellas de plástico”, “trae una gabardina negra”, “a veces pasa por los locales que están por la secundaria”. Las mujeres rastreadoras recorren las calles en penumbras, encharcadas por las lluvias del fin de semana, pegan volantes, la ansiedad de estar tan cerca y al mismo tiempo tan lejos las va cansando.

A cada calle recorrida se habla del amor que los colectivos de búsqueda funcionan porque se trabaja desde el interés personal. Las madres, hermanas, hijas y esposas se hacen expertas en leyes, criminalística, derechos humanos y función pública porque se manejan bajo el lema “hasta el fin del mundo te buscaré”.

Cerca de la medianoche se da por terminado el operativo nocturno, es hora de descansar para continuar en ruta al día siguiente. Las rastreadoras por la paz permanecerán hasta el jueves 7 de julio en tierras potosinas, donde no dejarán de preguntar, donde no dejarán que la esperanza muera.

Kevin Fernando Ramírez Gálvez, quien actualmente tiene 21 años de edad, mide 1.80 metros, es de tez morena, tiene ojos medianos en color café oscuro, cejas y barba muy pobladas. Como seña particular no desarrolló el cuarto dedo de ambos pies. Cualquier información o dato sobre su paradero se puede dar a los siguientes teléfonos 6681443485 y 4445241481.

Claudia Rosas, fundadora de la asociación, encontró a su hijo en una fosa clandestina. EFE/F. Guasco

El nacimiento de la organización

La asociación Rastreadoras por la paz de Sinaloa se constituyó el 14 de julio de 2017. Claudia Rosas es quien lidera la agrupación, con base en el municipio de Los Mochis, y cuenta con 20 familias activas, unidas, para encontrar a sus jóvenes.

La historia de Claudia como buscadora comenzó el 11 de abril de 2013, cuando su hijo Javier Fernando desapareció. Su vida cambió drásticamente, ella reconoció que sus preocupaciones eran banales, ropa, zapatos, paseos. Al no saber nada de su hijo, su vida y la de su familia giró con el objetivo de encontrarlo. Inició trabajando con cinco personas, todas sus familiares.

Se instruyó, gestionó con las autoridades y aprendió a ser funcionaria pública al trabajar de la mano con las direcciones del Ayuntamiento de Los Mochis, hasta lograr una oficina de búsqueda de personas municipal. La lucha que Claudia Rosas encarnó, junto a sus hijas, duró siete años, con lágrimas que ruedan por su rostro cuenta cómo fue el día cuando se reencontró con su hijo.

Fue el 17 de marzo de 2020, en la localidad del Guachapori, cuando al fin murió su esperanza. Un hombre la guio hasta una fosa clandestina, en ese pedazo de desierto que es un campo de exterminio, ahí en anonimato le dijo que al cazar con sus amigos y seguir a un venado herido dieron con el sitio.

Claudia, se quedó ahí, el calor la asfixiaba, pero estaba contenta al haber obtenido resultados positivos en ese rastreo de restos, el hombre anónimo se despidió de los restos y al irse mencionó: “yo te dije que te iba a entregar en buenas manos y creo que te dejó en las mejores”.

Esperó a que llegaran sus compañeras e hija, con palas comenzaron a cavar, al dar un palazo las pulseras de colores que Javier Fernando cayeron a sus pies, había encontrado a su hijo.

Desenterrar al hermano

La hermana de Javier Fernando fue la encargada de sacar sus restos, salió la ropa, los tenis, si era él, su mamá le pedía que se detuviera, que dejara que llegara periciales, pero ella le contestó: “Ay, mamá, si he sacado a muchos, ¿por qué no voy a desenterrar a mi hermano?”. Hoy esa joven es licenciada en Criminalística.

Al preguntarle sobre las cifras de familias y personas encontradas, Claudia Rosas respondió que las cifras siempre lastiman y duelen, que para ellas el hijo de cualquier compañera tiene el mismo valor… por cada persona que hemos encontrado hemos encontrado a mi hijo.”

Menciona que hay un gran error al decir que hay colectivos con 600 familias, a lo mucho con ellas trabajan 20 familias, que si en realidad ese fuera el número otra cosa sería al buscar en campo. Claudia hace un llamado a las autoridades a no desestimar la lucha de los colectivos de búsqueda, que se les apoye con recursos, que se informe a las familias que las pruebas de ADN son gratuitas y señala la importancia de crear oficinas municipales para la búsqueda de personas desaparecidas.

A las familias que no maquillen la verdad sobre los pasos de sus hijos, si bien es cierto que son muchachos con malas decisiones o amistades, no merecen ser desaparecidos y asesinados, porque al matarlos a ellos, también las matan a ellas.

Esta es la primera vez que Claudia Rosas realiza una búsqueda fuera de Los Mochis, dice que es porque ella ya encontró a su hijo, ahora continúa apoyando a las madres que salen a buscar. Ella lo hace para dignificar la lucha desde el amor y el acompañamiento, para no lucrar con la imagen de los desaparecidos, porque busca paz y justicia para las familias.

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