Gabriel Ávalos se mudó a la colonia El Deán a los seis años. Hoy tiene 55 y, desde entonces, cada año ha sufrido inundaciones en su hogar. Eso, a su vez, ha provocado que cada año tengan que gastar en comprar muebles, pero también que las bardas sean cada vez más altas. Tanto que antes cubrían puertas que ahora son ventanas.“Subimos bardas, ponemos costales en las entradas de pantalones y trapos que no queremos, y (el agua) todavía se mete. Todos los años es lo mismo. Hemos pensado en cambiarnos de casa, hemos querido vender pero, ¿quién va a comprar aquí? Si son terrenos en zona de riesgo. De perdida cada año tenemos que cambiar camas, teles, refrigeradores”, compartió.A lo largo de la Calle 14, al lado del Parque de la Liberación, las casas se cubren con bardas, pisos altos y costales desde antes de que comience la primera lluvia del temporal para evitar ser sorprendidos por las inundaciones. Aun así, año con año el agua logra entrar a sus hogares, por lo que algunos han huido del lugar.En una cuadra, por ejemplo, hay dos casas abandonadas con letreros de “se vende” que, según compartió Gabriel, tienen dos años así. Además, lamentó que aunque las autoridades les han prometido ayudarlos, no ha sido así.Víctor Manuel Luna tiene 60 años viviendo en el lugar y, en ese tiempo, han aumentado el piso de su casa y levantado bardas, pero aún conserva un refrigerador descompuesto de la última tormenta como prueba de que no ha funcionado.“Año con año lo dejan llenar (el vaso regulador) y por eso se nos inunda. Hay cosas que podemos rescatar pero cuando nos agarra (la tormenta) de noche ahora sí que nos damos cuenta cuando ya están nadando los muebles. No todo se ha echado a perder, pero casi siempre son los colchones y sillones”, dijo.Guillermo Lemus, otro de los vecinos del lugar, recién levantó sus bardas a un metro para evitar que vuelva a entrar el agua a su hogar. Tan sólo el año pasado, subió a más de un metro.JM