El hedor de los cuerpos en descomposición que se encuentran en las instalaciones de Tlaquepaque del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) se percibe apenas uno va llegando y se hace más fuerte con cada paso que lo pone más cerca.Uno de esos cuerpos es el del hijo de Sandra, quien estuvo desaparecido y hace un mes fue encontrado en el lugar.Sin embargo, aún no se lo entregan a Sandra según le dijeron, porque hace falta la preparación del cuerpo.Hoy le dijeron que finalmente se los darían, aunque un no saben si es verdad o les dirán: "vuelva mañana".Otra de las personas que permanecen en el lugar desde hace días es el hermano de Carolina.Hace 15 días supieron que estaba ahí, por una llamada de Fiscalía del Estado para enseñarles unas fotos -de secciones anatómicas- y reconocer los tatuajes, pero todavía no los suben al sistema.Desde entonces ha estado yendo, en compañía de su mamá, por cuenta propia para saber que avances tienen, ya que, pese a que fue hace dos semanas que lo reconocieron, aun no les han dicho cuándo se lo entregarán, pues fue encontrado en pedazos: "Todavía no nos dicen que (parte del cuerpo) le hace falta, qué tanto han encontrado, nomás tienen la foto de sus tatuajes", lamenta.Esta espera es una de las consecuencias de tener la morgue al límite.Este diario detalló que, hasta el 31 de diciembre, se registraron 501 cadáveres y restos óseos en el edificio del fraccionamiento Revolución. Aunque allí tienen espacio para 477 cuerpos. Es decir, en ese momento tenían 24 de más.Además, tan sólo en los primeros 20 días de 2020 llegaron otros 53 cuerpos y 26 bolsas con restos sin identificar (al menos), tras los hallazgos en fincas y predios en la metrópoli.OB
