Domingo, 05 de Octubre 2025
Jalisco | Desde el prisma cultural

El río Lerma: un pasado majestuoso, un presente letal

El río más largo de México, antes fuente de vida y pasaje al inframundo; hoy corre turbio, enfermo y exige restauración

Por: El Informador

Sanear sus aguas, restaurar sus riberas y proteger su biodiversidad es también recuperarnos. EL INFORMADOR/Archivo

Sanear sus aguas, restaurar sus riberas y proteger su biodiversidad es también recuperarnos. EL INFORMADOR/Archivo

Hoy pocos se detienen a contemplar el caudal del río Lerma, que corre por una vertiente profunda, flanqueada por montañas de granito, al atravesar la Barranca de Huentitán, cerca de Guadalajara, Jalisco. Sus riberas, antes cubiertas por “árboles colosales, espesas selvas, flores de mil formas y colores”, muestran ahora una vegetación escasa y debilitada.

El Lerma es el río interior más largo de México, con 708 kilómetros de recorrido. Brota en los manantiales de Almoloya del Río, Estado de México; cruza el valle de Toluca, Querétaro, Guanajuato y Michoacán, y entrega sus aguas al lago de Chapala. En adelante se le conoce como río Lerma-Santiago.

En otros tiempos fue llamado río Grande de Toluca, río Grande Chienahuatenco o río Chignahuapan. Estos nombres náhuatl -“nueve aguas” o “nueve manantiales”- se relacionan con el Mictlán, el mundo de los muertos. En 1613 recibió el nombre actual en honor al duque de Lerma, Francisco de Sandoval, primer ministro del rey Felipe III.

Por siglos, el Lerma ha sido un recurso esencial: riega miles de hectáreas agrícolas y abastece de energía eléctrica a la Ciudad de México. Sin embargo, la urbanización, la deforestación y el vertido de desechos tóxicos de industrias agropecuarias y químicas lo han convertido en un río de aguas turbias y letales, que ya no engendra vida, sino enfermedades y muerte para quienes viven junto a él.

La imagen actual contrasta con la que conocieron viajeros del siglo XIX. En 1813, con apenas quince años, Nicolás de la Peña Muguiro emprendió un viaje de Guadalajara a Zacatecas, acompañado por un comerciante. Al cruzar el río Grande escribió: “La vista de este río y de las canoas me sorprendió, pues era lo primero que yo veía grande y majestuoso. Ningún temor tuve al pasar, a pesar de que algunos pasajeros lo manifestaban, pues estaba reciente una desgracia ocurrida al voltearse una canoa con víctimas”.

El artista Felipe S. Gutiérrez, autor de obras pictóricas y crónicas de sus viajes por México, Estados Unidos, Sudamérica y Europa, pasó varios meses en Guadalajara, observando la vida de sus habitantes, sus labores, diversiones y paseos favoritos. Entre las excursiones más celebradas figuraban la Barranca de Huentitán y el Salto de Juanacatlán. Sobre la barranca escribió: “Al paso que se adelanta, se descubre allá, en el fondo del inmenso panorama, que más bien remeda un océano de verdura, una cinta de plata: es el río que corre majestuoso… y el que, como un rey, está rodeado de toda su corte de altísimos peñascos”.

De la cascada de Juanacatlán afirmó que ocupaba el tercer lugar en América, después del Niágara. El cálculo de sus dimensiones lo hizo en varas, unidad de medida española que equivale a 83.6 centímetros. Esta caída de agua dejó en Gutiérrez un recuerdo imborrable: “De repente, al salir de un espeso matorral, ¡ah!, quedamos sobrecogidos de espanto a la vista del inmenso espectáculo: contemplábamos el torrente que se precipitaba con estruendo… Mucho tiempo observamos esta maravilla, admirados de que el inmenso caudal del Lerma se precipitara desde sesenta varas de altura [la vara equivale a 83.6 cm], formando una cortina de cristal de doscientas varas de anchura, complacidos también de los mil arcoíris que se formaban con los vapores”.

Sanear sus aguas, restaurar sus riberas y proteger su biodiversidad es también recuperarnos: reconocernos en el fluir de su historia y en la esperanza de su renacer.

Para saber

Esta entidad está compuesta por aspectos de índole multicultural que durante su proceso evolutivo ha forjado de manera distintiva su identidad. Sus habitantes como parte esencial de sus componentes producen la herencia cultural material e inmaterial, representada por su entorno natural, arquitectura, urbanismo y tradiciones, los cuales, se encuentran sujetos a un proceso constante de adaptación a los tiempos modernos.
 

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