WASHINGTON, ESTADOS UNIDOS.- El tiroteo de Las Vegas, el más mortífero de la historia moderna de Estados Unidos, plantea por enésima vez la cuestión de regular la venta de armas de fuego, un debate que ni el presidente Donald Trump ni el Congreso parecen listos a encarar.Según la investigación preliminar, el atacante, identificado como Stephen Paddock, disponía de 16 armas largas en la habitación del hotel desde donde abrió fuego sobre los miles de asistentes a un concierto al aire libre, dejando 59 muertos y más de 520 heridos. Pero además, de su casa se requisaron unas 18 armas de fuego adicionales, algunos explosivos y varios miles de cartuchos de munición.Pero para el presidente eso no importó en su discurso en la Casa Blanca, donde se limitó a calificar el ataque como “el mal absoluto” y llamó a Estados Unidos a mantenerse unido y a orar. Sin embargo, desde la sociedad civil sí han llegado exigencias sobre la necesidad de tener un mayor control en la venta de armas en Estados Unidos, como son los casos de Mayra Alvear, madre de una de las víctimas mortales de la masacre en la discoteca Pulse de Orlando en 2016, y las cantantes Lady Gaga y Ariana Grande.“¿Hasta dónde vamos a llegar?”, se preguntó la madre de Amanda Alvear, que falleció el 12 de junio de 2016 en la discoteca Pulse. “Hasta me siento culpable por no hacer nada más para eliminar las armas (de fuego)”.En cambio, la portavoz de Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, se limitó a decir que era “prematuro” iniciar una discusión respecto al uso de armas.Como es de esperarse, los demócratas han reclamado al presidente la urgencia de modificar la legislación sobre armas sin importar cuáles hayan sido las motivaciones del homicida. Hillary Clinton se sumó a la demanda.Pero una de las organizaciones que más apoyó a Trump en su ascenso al poder fue la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés), así que son pocas las expectativas que se tienen al respecto. Fotogalería: Las imágenes más dramáticas del tiroteo Gobiernos y líderes de todo el mundo rechazaron ayer de manera unánime la matanza que dejó la noche del domingo al menos 59 muertos y unos 527 heridos durante un concierto en la zona hotelera de Las Vegas. El secretario general de la ONU, António Guterres, se declaró “conmocionado” y “alarmado” por el “horrible ataque”. En Latinoamérica, Brasil expresó su “condena” contra el tiroteo, por el que manifestó “consternado su sentimiento de pesar a los familiares de las víctimas”. El presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, condenó los hechos, y aseguró que el consulado de su país está pendiente de apoyar a posibles mexicanos afectados.También desde Reino Unido, Francia, Rusia y El Vaticano llegaron las condolencias para quienes perdieron a algún miembro de su familia.La Oficina Federal de Investigaciones (FBI) de Estados Unidos descartó ayer que el tiroteo del domingo en Las Vegas, considerado el peor en la historia de Estados Unidos, tenga algún vínculo con el terrorismo internacional, no obstante que el grupo yihadista Estado Islámico (EI) se atribuyó el ataque y aseguró que el pistolero se había convertido al islam hacía unos meses.El agente especial a cargo de la oficina del FBI en Las Vegas, Aaron Rouse, aseguró que las autoridades federales estadounidenses determinaron “que no hay conexión (del ataque del domingo) con un grupo terrorista internacional”.Lo cierto es que continúan las investigaciones en torno al sospechoso, Stephen Paddock, de 64 años de edad, quien —afirman— se suicidó antes de que un equipo SWAT lo confrontara.Al tiempo que las pesquisas corren su curso, los habitantes de la ciudad de Las Vegas parecen tener un lento despertar ante la matanza, sin que ello los detenga en su intención de ayudar a otros.Es el caso de Rosa Sánchez, quien vive a apenas cinco minutos del famoso bulevar donde sucedió todo, y se trasladó al lugar de los hechos para compartir agua y jugos con los afectados. A Kimberly Culiard la noticia le llegó al corazón. Su esposo trabajaba en el hotel Mandalay Bay, el mismo hotel desde el que el sospechoso disparó desde el piso 32: “¡Es muy duro esto! Pero es que no se entiende por qué alguien hace algo así. Por qué mata y lastima a tanta gente inocente”. PERFILStephen Paddock, de 64 años, era un apostador al que le gustaba la música country; con licencia de piloto y licencia para poseer armas, se mudaba con frecuencia, pero no tenía ningún antecedente criminal. Trabajó como contador y se dice que tenía inversiones inmobiliarias, incluyendo casas y apartamentos en Orlando (Florida), un importante capital que, junto a la ausencia de descendencia, le permitía jugar y jugar. Aunque su padrastro estuvo en la lista de los 10 más buscados del FBI por ser ladrón de bancos, él no tenía problemas mentales, ni ninguna adicción provocada por traumas de la infancia.
