Jueves, 25 de Abril 2024

Rastros de vida quedan bajo cenizas del volcán en Guatemala

Objetos y alimentos parecen congelados en el tiempo tras la erupción que devastó San Miguel Los Lotes

Por: AP

Un comedor sepultado en una casa de San Miguel Los Lotes,  a consecuencia de la erupción del Volcán de Fuego.

Un comedor sepultado en una casa de San Miguel Los Lotes, a consecuencia de la erupción del Volcán de Fuego. AP/R. Abd

Un sartén y una cuchara quedaron sobre una estufa.

Un sartén y una cuchara quedaron sobre una estufa. AP/R. Abd

Un caballo de juguete también quedó cubierto de cenizas.

Un caballo de juguete también quedó cubierto de cenizas. AP/R. Abd

Una televisión sobresale en una sala cubierta de cenizas.

Una televisión sobresale en una sala cubierta de cenizas. AP/R. Abd

Ropa tendida para secarse.

Ropa tendida para secarse. AP/R. Abd

Un tubo de pasta y un cepillo dental en un baño.

Un tubo de pasta y un cepillo dental en un baño. AP/R. Abd

Una biblia rescatada se ve colocada sobre una piedra.

Una biblia rescatada se ve colocada sobre una piedra. AP/R. Abd

El 3 de junio amaneció como un domingo cualquiera en la aldea de San Miguel Los Lotes, donde los vecinos se dedicaban a sus tareas habituales.

Al atravesar el caserío en Guatemala, uno imagina varones jugando al futbol, madres calentando tortillas en un comal, abuelos mirando televisión, jóvenes recorriendo las calles de tierra en bicicleta y niños ayudando a tender la ropa antes de la lluvia estacional de la tarde.

Elmer Vázquez recorría las parcelas de su jardín cuando escuchó la primera explosión del Volcán de Fuego a la una de la tarde. A esa hora, su esposa estaría en casa preparando el almuerzo y los niños también, haciendo sus tareas escolares para el lunes.

Pero un muro colosal de ceniza caliente que descendía por la montaña puso fin a todo eso; Vázquez trató en vano de regresar a su casa.

Una ola de cenizas calientes, rocas y escombros cubrió rápidamente el caserío y creó una escena de muerte y desesperación.

Sin embargo, algunos rastros de esa serena mañana dominical quedaron congelados en el tiempo debajo del manto gris.

En una casa, un sartén y una espátula están sobre la cocina, ahora cubiertos de cenizas.

Una canasta de tortillas, un tazón de frijoles y jarras de café quedaron sobre una mesa. AP/R. Abd

Los restos de un típico desayuno en la Guatemala rural están sobre la mesa, todo cubierto de grumosa ceniza volcánica.

Una bicicleta, un camión, un ventilador, sillas, refrigeradores, un horno, todos enterrados bajo las cenizas, que en algunos casos alcanzan los tres metros de profundidad. En otros lugares, por ejemplo el interior de casas más protegidas, el manto de cenizas alcanza de un par de centímetros a una veintena.

Los rastros de los habitantes -un cepillo para dientes, plantas en canastos colgantes- son testimonios de gente que no volverá.

IM

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