“No ganamos todo, pero sí logramos que no haya tarifas y salimos con la dignidad intacta”, dijo el canciller Marcelo Ebrard Casaubón, lu ego del acuerdo al que llegó la delegación mexicana que negoció con Estados Unidos la imposición de aranceles a las exportaciones de nuestro país.Acto seguido, se anunció que para frenar el flujo migratorio a través de los estados del Sureste en nuestro país se desplegarían seis mil elementos de la Guardia Nacional. Junto con la estrategia de seguridad, el secretario de Relaciones Exteriores explicó que habría un nuevo proceso de registro para las personas que intenten ingresar a México. En el caso de aquellos que sólo busquen transitar por aquí para llegar a Estados Unidos, la respuesta será “no queremos que atravieses nuestro territorio”.¿Qué clase de país somos si celebramos que nuestra dignidad se mantuvo intacta cuando muy probablemente intercambiamos no sólo la dignidad, sino el respeto a los derechos humanos de las personas migrantes?A finales de la semana pasada, en su comparecencia ante la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, Ebrard pidió la ayuda de los legisladores y dijo: “No nos engañemos, esto no es una victoria. Se los solicito, ayúdenos en esta negociación y lo que venga va a ser un resultado positivo, porque vamos a estar juntos”.Organizaciones civiles y organismos públicos autónomos han manifestado su preocupación y condena por la nueva política migratoria, que dicho sea de paso, dio un giro trascendental desde que inició la administración lopezobradorista a la fecha.Les preocupa que el despliegue de la Guardia Nacional en el Sur del país no se apegue a criterios de asistencia humanitaria y de respeto a derechos humanos; que no exista claridad en los objetivos y protocolos de actuación, así como en los alcances y límites que tendrán sus elementos. Si bien se ha reconocido a México su derecho a reforzar sus fronteras, también consideran posible que los resultados de su intervención sean desastrosos, tomando en cuenta los antecedentes de las fuerzas de seguridad mexicanas en los últimos años.Por si fuera poco, en medio de la crisis migratoria renunció el titular del Instituto Nacional de Migración, Tonatiuh Guillén López, sin que se aclararan los motivos de su salida. En su lugar, fue designado Francisco Garduño Yáñez, quien hasta antes de esta encomienda dirigía las cárceles federales. ¿Se imagina usted el perfil?Ante este desolador panorama institucional algo nos queda por hacer, de suma importancia, para evitar que la situación nos rebase: luchemos contra el racismo y la xenofobia que se encuentran arraigados en nuestra sociedad. Enfrentémoslo, durante años, los mexicanos hemos sacado de las cloacas de nuestro ser estos sentimientos que sólo profundizan las desigualdades y criminalizan a personas que han sido víctimas de las circunstancias del lugar donde les tocó nacer. Asumamos la parte que nos toca, con eso contribuiremos a salir de la crisis en la que estamos.
