Viernes, 29 de Marzo 2024
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Violencia; las frases del gobernador

Por: Jorge O. Navarro

Violencia; las frases del gobernador

Violencia; las frases del gobernador

El mes de octubre de 2018 ha tenido en el Área Metropolitana de Guadalajara un terrible fin de quincena: 13 personas asesinadas en diferentes hechos violentos. Y todavía al terminar el día 15 de mes, en Tonalá hallaron tres fosas clandestinas; sólo de la primera habían rescatado ocho cuerpos. Y para mantener la tónica, una joven mujer murió por agresión en pleno centro histórico tapatío.

Las cifras, de verdad, sobran. No indican mucho. Apenas números en incremento que expresan difusamente el término violento de muchas vidas y el daño colateral imposible de cuantificar.

¿Coincidencia? Este nuevo pico de violencia tiene lugar justo cuando se reconoce que por negligencia, o falta de recursos, o porque se pidió sin pensar, fue desacatada la orden del gobernador Aristóteles Sandoval Díaz, que había ordenado para mitad de octubre que los 444 cadáveres que estaban bajo resguardo del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, fueran definitivamente inhumanos en lugar de permanecer en cajas refrigerantes de tráiler.

¿Ironía o burla? Como si la violencia no fuera suficiente evidencia de la parálisis que afecta a las autoridades en su afán de hacer cumplir la ley, fueron vandalizados algunos vagones de la Línea 3 del Tren Ligero… la misma que no será inaugurada en esta administración. Los vehículos sin estrenar fueron grafiteados en una tarea que requirió de varias horas, sin que ningún policía o vigilante se enterara.

Ahora, lea una frase y adivine al autor:

“No dejemos de alzar la voz. Si la violencia se normaliza, habremos perdido la batalla. Y es momento de invitar a todos en sus escuelas, padres de familia, organizar a la sociedad y desde aquí decirle a los jóvenes, a los que creyeron que esa es la puerta más fácil de salida, a los que creen que esa es la ruta para vivir mejor, que se están equivocando, que muy pronto van a terminar mal”.

Quien así habló fue el mismo Aristóteles Sandoval. Lo dijo hace meses, el 7 de marzo de 2018, cuando otro fin de semana había sorprendido a la urbe por el asesinato de 17 personas.

Aquel día vaticinó (y seguramente se arrepiente) que la ola de violencia no iba a detenerse: “Vienen días complicados. No les miento. La ola de violencia no se va a terminar. Lo que sí podemos y estamos obligados, y lo que vamos a hacer es contener, dejar la piel en el esfuerzo, de impedir que esta crisis sacuda nuestra Entidad”.

Han pasado siete meses y si algo queda claro, es que la crisis sacudió a la ciudad y al Estado completo. Es clarísimo además que la crisis no es sólo de violencia; también es de percepción de inseguridad, de impunidad y de parálisis en la Fiscalía General del Estado y en las policías metropolitanas que, quizá porque recién iniciaron las administraciones municipales, están acoplándose.

Si el Poder Judicial ha sido también incapaz -culpan al nuevo Sistema de Justicia Penal- de brindar justicia y castigar a los responsables de cometer delitos, lo que parece contundente es que en Jalisco hay una condena a soportar la crisis de violencia hasta que concluya la actual administración y su fracaso en materia de seguridad.

Qué lejano se antoja diciembre.

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