Miércoles, 24 de Abril 2024

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Un selfie de la inseguridad en Jalisco

Por: Jonathan Lomelí

Un selfie de la inseguridad en Jalisco

Un selfie de la inseguridad en Jalisco

¿Por qué la percepción de inseguridad discrepa tanto de la reducción de delitos que proclama cada mes el gobernador Enrique Alfaro?    

Chequen estas cifras, no las tiene ni Obama. En enero, Alfaro informó que en el Área Metropolitana de Guadalajara se redujo la incidencia delictiva en 2022 con respecto a 2018:

- 55% menos robos. 

- 25% menos homicidios. 

- 67% menos feminicidios. 

(A este ritmo en un par de años se dejarán de cometer robos, asesinatos y feminicidios en Jalisco.)

Sin embargo, el 79% de los jaliscienses percibe al Estado como inseguro, la segunda cifra más alta en una década. La más elevada la alcanzamos el 2020 con 83% que se sintió inseguro, según la ENVIPE 2022. De hecho, la Entidad está entre los estados con la sensación de inseguridad más elevada del país junto con Michoacán (83%), Guanajuato (87%) y Zacatecas (90%). Por cierto, todos colindan con Jalisco. 

Significa que en este sexenio tenemos los mejores resultados de seguridad y los peores en percepción de inseguridad, ¿en verdad?

De aquí se derivan algunas hipótesis para explicar el fenómeno. Demos por sentado que la correlación entre las dos dimensiones de la seguridad ciudadana, objetiva y subjetiva, no es directamente proporcional. Sin embargo, es innegable que una influye a la otra. 

El problema es que las cifras delictivas en México no representan el fenómeno delincuencial sino la denuncia ciudadana. Y qué creen, el 90% de los delitos no se denuncian. Este sesgo estadístico (confundir menos denuncias con menos delitos) explicaría en parte por qué la gente se siente aún insegura. 

Sumemos la desconfianza del ciudadano en la eficiencia de la Fiscalía y la falta de mecanismos que faciliten la denuncia. Entonces la “baja histórica” de delitos en Jalisco sería en realidad una “desconfianza histórica” para denunciar. Esto se ejemplifica con el doble feminicidio en una agencia del Ministerio Público de Poncitlán, ¿qué lección saca un ciudadano de una mujer que por segunda ocasión denuncia violencia de género y termina asesinada junto con su madre?  

El crimen nos escupe a la cara otra realidad todos los días. Con la cifra atroz de policías y mujeres asesinadas este año, la imparable maquinaria de desapariciones y el plomo de las balas enfrentadas en cualquier rincón de la ciudad, ¿no resulta una necedad o franco cinismo insistir en que la incidencia delictiva bajó a la mitad? 

Es momento de revisar en Jalisco y en México la forma en que medimos el fenómeno delictivo. En esto tenemos responsabilidad los medios que por años nos enfocamos sólo en las cifras de denuncias. Es necesario ampliar los parámetros en donde se incluya la tasa de sentencias para abatir la impunidad y una evaluación de la capacidad de nuestros cuerpos policiales para desempeñar su labor. Urge un nuevo marco metodológico para saber en dónde estamos parados, sin sesgos estadísticos, triunfalismos ni politiquería para ganar elecciones.

jonathan.lomelí@informador.com.mx

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