Martes, 16 de Abril 2024

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Un día para reflexionar en la Cruz

Por: María Belén Sánchez

Un día para reflexionar en la Cruz

Un día para reflexionar en la Cruz

Tradicionalmente hoy se conmemora el día de la Santa Cruz. Pero hoy no voy a hablarte de la Cruz de Cristo de la cual ya escuchamos mucho en la Semana Santa, sino de la otra cruz que todos los seres humanos llevamos incrustada en la vida, simplemente por ser humanos.

La cruz en sí, la visualizamos como dos líneas, una y otra transversal que, si miramos bien, son dos opuestos que no combinan.

Si quisiéramos seguir una de las dos rutas que nos señalan como trayectoria, entraríamos en un conflicto interminable.

Y esto es precisamente la realidad de toda la humanidad. Por el simple hecho de ser humanos nacimos en una dualidad de la cual no podemos separarnos sin conflicto.

Inevitablemente, la dualidad es nuestro hábitat natural. Alto, y bajo, frío y calor, luz y oscuridad, etc. etc… son parte de nuestro ambiente natural… Una tercera dimensión nos saca de orbita.

Sin contar las dualidades psíquicas y anímicas que nos pertenecen: tristeza y alegría, descontento y sosiego, cansancio y reposo, tranquilidad…

Sin embargo, esas dualidades que se traman son las que van a formar nuestra propia cruz, a tal grado incrustada en nuestro ser que no podemos desprendernos ni deshacernos de ella.

Todos, en una forma o en otra tenemos que llevar esas dualidades que forman nuestra cruz, y nos dan esa posibilidad de sufrir y emerger, de hundirnos o superarnos.

Y si  queremos, podemos echarle la culpa a nuestro Creador, porque nos dotó tan sólo con esta dualidad que tenemos que llevar a cuestas toda la vida hasta llegar al final de nuestros días, y con ella y por ella podemos encontrar la salvación, según sepamos y logremos asumirla, para nuestro bien, o rechazarla en perjuicio propio.

De esto depende que muchas personas encuentren esa sabiduría que les ayuda a aceptar los inconvenientes que estas cruces les ocasionan y logren una serenidad inexplicable.

Muchas veces esto no se da espontáneamente, sino que es fruto de un trabajo interior, no es una conformidad tonta de cuanto les acontece, sino de una sabiduría muy profunda que sabe tomar su lugar en el enorme rompecabezas de la creación universal donde todo tiene un por qué, y donde todo tiene una explicación y hasta lo más duro y difícil se vuelve salvación.

Lo que sucede a menudo es que no logramos aprender las lecciones divinas y ni siquiera las que palpamos a lo largo de la historia, y nos empeñamos en querer que las cosas sean como cada uno las imagina o las piensa, o mejor aún, como  a cada quien se le antoja.

Y allí sí, también las líneas se entrecruzan y por más que hemos escuchado las lecciones divinas que Dios nos ha enviado en diferentes formas y medios y hasta en los signos naturales del entorno.

Por eso hoy es muy útil que al reflexionar en lo que nosotros creemos que es “nuestra cruz” sepamos aprender a aceptar estas dualidades y escoger los buenos caminos, porque en los malos hay todavía más cruces y estas no llevan por el camino que conduce a Dios.

Que querámoslo o no, el último día tendremos que llegar a rendir cuentas de lo que hicimos y no hicimos de cómo lo hicimos y también de la forma en que aceptamos y llevamos esas cruces que nos tocaron como dualidades humanas.

También es bueno reflexionar si no somos causa de conflicto y de sufrimiento para los seres humanos con quienes nos ha tocado convivir.

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