El acuerdo del Consejo Nacional del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena), presentado el domingo 11 de junio, para elegir al candidato que sucederá al actual Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO), domina hoy por hoy el campo de la política electoral-profesional, y ha generado reacciones de crítica de parte de la oposición, como se esperaba, pero también elogios de los simpatizantes del Gobierno de la Cuarta Transformación.Aunque es evidente el liderazgo y peso político que ejerce López Obrador dentro de su partido, en el Gobierno y entre simpatizantes de Morena, el acuerdo abre la posibilidad de que el Presidente no se el único elector del candidato presidencial, como se esperaba.De entrada, se presenta el acuerdo del domingo no sólo como un conjunto de reglas para que los aspirantes presidenciales compitan por la candidatura, sino que se presenta como un “Acuerdo del Consejo Nacional de Morena para (…) profundizar y dar continuidad a la Cuarta Transformación de la vida pública de México”. Se habla de elegir al “coordinador de la defensa de la transformación”, no al candidato presidencial.Como lo escribió Jorge Zepeda en Milenio, puede leerse el proceso sucesorio de Morena como la trasferencia del legado político de López Obrador no en una sola persona, el siguiente candidato presidencial, sino en un equipo que debe hacerse cargo de los gobiernos de la Cuarta Transformación, ahora sin su fundador. Como se recuerda, la negociación política tejida entre el Presidente López Obrador, entre la dirigencia del partido y en común acuerdo con todos los aspirantes, el acuerdo implica un reparto del pastel político en el que se pretende no excluir a ninguno de los contendientes. El ganador de la encuesta será el candidato presidencial, el segundo lugar puede optar por ser el coordinador de los senadores de Morena, el tercer lugar puede optar por ser el coordinador de los diputados federales de la siguiente legislatura y al cuarto y hasta sexto lugar se les garantizan posiciones en el gabinete del próximo Presidente, en caso de que Morena gane las elecciones del próximo año. Además, los precandidatos aceptaron firmar por escrito que aceptarán el resultado y los perdedores apoyarán al ganador o ganadora. Como se sabe, los aspirantes a sustituir a López Obrador son: la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum; el ex canciller Marcelo Ebrard; Adán Augusto López, secretario de Gobernación; Ricardo Monreal, coordinador de los senadores de Morena; y como interesados externos se invitó a Manuel Velasco del Partido Verde y Gerardo Fernández Noroña del Partido del Trabajo, partidos aliados de Morena.Desde hace tiempo que se cree que la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, es la preferida de López Obrador, pero el acuerdo del consejo de Morena tomó en cuenta varias de las peticiones de Marcelo Ebrard para dar “piso parejo” a todos los aspirantes. Como sea, un primer resultado político del acuerdo de Morena es que arrancan la sucesión presidencial en unidad y sin visos, por el momento, de ruptura. Si las reglas se respetan medianamente, el 6 de septiembre se dará a conocer el ganador de las encuestas decididas por los propios candidatos.Esta negociación sucesoria, que podemos atribuir a la habilidad política del fundador de Morena, hace difícil que si alguno de los aspirantes no queda conforme con el resultado, se diga insatisfecho y se vaya a competir por otro partido sin pagar un alto precio político. Quizá el aspecto más turbio de este proceso sea la falta de transparencia para auditar los gastos de precampaña que harán las “corcholatas” morenistas. Si hasta ahora que supuestamente no eran precampañas se pueden comprobar gastos millonarios de todos los precandidatos para posicionarse ante el electorado, ahora que harán giras y recorridos abiertos por todo el país, se puede presumir que los gastos aumentarán considerablemente sin que exista un ente auditor al cual rendir cuentas. El acuerdo sucesorio de Morena tomó descolocados a la alianza opositora del PAN, PRI y PRD, pero también afecta a Movimiento Ciudadano (MC), pues más de alguna vez se sugirió que si Marcelo Ebrard o Ricardo Monreal rompían con Morena, podrían ser candidatos de Movimiento Ciudadano. Ahora es más difícil que este escenario pueda llevarse a cabo. El arranque sin rupturas y en aparente unidad del proceso sucesorio en Morena da ventajas a este partido frente a la desorientada oposición que no ha terminado de decidir método de elección y candidato atractivo para el amplio electorado anti AMLO, pero también revela las debilidades democráticas del actual sistema de partidos, pues Morena no se animó a elegir de modo abierto o frente a debates públicos de los aspirantes. Al final, los partidos terminan convertidos en meras maquinarias electorales para acceder al poder.rubenmartinmartin@gmail.com