Mientras en un acto inédito, altos funcionarios mexicanos y estadounidenses (incluidos gobernantes locales de Illinois) firmaban el miércoles en Chicago acuerdos para detener a Nemesio Oseguera “El Mencho”, líder del cártel Nueva Generación, por quien la PGR ofreció esta semana una recompensa de 30 millones de pesos, aquí al menos dos grupos de sicarios desafiaban y exhibían una vez más la debilidad de autoridades y sus policías.Armado hasta los dientes, un grupo de hombres atacó en la mañana a militares que le seguían la pista justo a “El Mencho” en el municipio de San Julián, en los límites de Jalisco y Guanajuato. El enfrentamiento acabó con un narcobloqueo carretero al incendiar un tráiler y con saldo de dos pistoleros muertos, dos lesionados y un detenido, así como un militar herido.Por la noche de ese mismo miércoles, alrededor de las 21:00 horas en plena Avenida Américas, a las afueras de un centro comercial, los asistentes a los restaurantes al aire libre de esa zona pasaron del placer al terror y a tirarse al piso para protegerse, al escuchar los estruendos de las ráfagas de las armas largas con las que un grupo de al menos 10 sicarios atacó a tres hombres y una mujer que caminaban por la acera, junto al casino del lugar, haciendo volar en pedazos los cristales de al menos dos negocios. El saldo fue de un hombre canadiense muerto y dos heridos, uno de ellos de California. La mujer, quien logró salir ilesa, huyó al hotel de la plaza y gracias a las cámaras de video fue retenida después por elementos de la Fiscalía, en donde encontraron que su ex marido había sido asesinado en 2014.Fue un ejemplo más de la libertad con la que en nuestra ciudad, en nuestro Estado y en nuestro país se mueven hoy los sicarios de los capos del narco, quienes han convertido el espacio público en sus campos de batalla, sin que policías municipales, estatales o federales les hagan frente. Si ya lo habían hecho el lunes 21 de mayo pasado en la Avenida Chapultepec a la luz del día, cuando atacaron al entonces secretario del Trabajo y ex fiscal, Luis Carlos Nájera, al salir de un restaurante, nada les impedía imitar o repetir la operación.Ni siquiera los disuadió la presencia de los escoltas que esperaban en la calle a sus jefes: el alcalde saliente y entrante de Guadalajara, Enrique Ibarra e Ismael del Toro, o los del presidente del Poder Judicial de Jalisco, Ricardo Suro, con quien departían en uno de esos restaurantes. Los tres padecieron también el sobresalto. El que estuvo a punto de también sufrirlo fue el secretario General de Gobierno, Roberto López Lara, quien minutos antes se había retirado de otro de los establecimientos que ahí operan.Nadie en una ciudad donde no se haga respetar la Ley está a salvo de los sicarios sueltos a la orden de las mafias.jbarrera4r@gmail.com
