Viernes, 29 de Marzo 2024
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Seguridad, el eterno discurso

Por: Diego Petersen

Seguridad, el eterno discurso

Seguridad, el eterno discurso

Una de las máximas más citadas, pero menos atendidas por los políticos, es la que reza “locura es esperar resultados distintos haciendo siempre lo mismo”. La frase se ha atribuido a Albert Einstein, a Mark Twain y a Benjamin Franklin. Ninguno de estos sabios la dijo, pero no por ello el contenido es menos atendible. El caso más patente es la seguridad pública.

El gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, presumió en un informe sobre seguridad la baja de los delitos patrimoniales y los atribuyó por supuesto a la estrategia de su gobierno. La intuición nos dice que esta disminución se debe fundamentalmente a la pandemia, que bajaron los delitos patrimoniales en todo el país por la reducción de la movilidad. Como buen político, Alfaro no señala en su informe qué estrategia está vinculada a qué resultado, solo nos dicen que han trabajado mucho y han hecho un gran esfuerzo. 

Los que no bajan son los homicidios. En el mejor de los casos la cifra anualizada septiembre a septiembre muestra un pequeño incremento. Lo cierto es que estamos estancados en la cima de la curva. La explicación que nos dan es exactamente la misma de gobiernos anteriores: es el crimen organizado, se matan entre ellos, ocho de cada diez asesinatos se explican por el choque entre bandas. Pero aquí tampoco hay evidencia de que así sea, pues el dato no es el resultado de investigaciones realizadas y judicializadas, sino de las ganas del gobierno de sentir que no es responsable de lo que pasa en el territorio a su cargo.

Alfaro cambió la estructura, cambió el discurso, pero no ha tocado lo esencial de las instituciones de seguridad. La Fiscalía del Estado tiene un fiscal distinto, pero hacia el interior es exactamente la misma, con los mismos elementos, los mismo vicios, la misma falta de atención al público, la misma incapacidad de investigación. La Secretaría de Seguridad sigue siendo la misma institución, quizá solo con un agregado: es más ineficiente, pues su gran logro es un subejercicio presupuestal de poco más de 800 millones en 2020. En un área tan sensible como la seguridad pública esto no es un “ahorro”, sino una deuda social.

La seguridad va a cambiar cuando cambie la forma en que se aplica la ley, cuando los delitos se castiguen, cuando tengamos una Fiscalía con capacidad de investigar, un Poder Judicial transparente y honesto y un sistema penitenciario eficiente y sin autogobierno. Las circunstancias podrán hacer que ciertos delitos suban o bajen, como ha sucedido en las últimas décadas, pero eso no significa que la seguridad esté mejor. Mientras los políticos nos den más explicaciones que soluciones y ofrezcan en sus informes más excusas que políticas públicas, más datos aislados que indicadores, la seguridad seguirá siendo un eterno discurso y no una realidad.

diego.petersen@informador.com.mx

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