Sábado, 20 de Abril 2024

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Pelé

Por: Raúl Romero

Pelé

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Muchos años después, tocando la guitarra en un hotel de Guadalajara, Edson Arantes do Nascimento iba a recordar todas esas cosas: las pelotas hechas de calcetines, los cacahuates tostados, las porterías hechas con zapatos viejos, su padre estrellándole un balón en la frente.

“Pelé”, como iba a ser conocido, nació un 23 de octubre de 1940, hijo de Celeste Arantes y Joao Ramos do Nascimento, llamado “Dondinho”. La joven pareja llama “Edson” a su primogénito en honor a Tomás Alva Edison, inventor de la bombilla eléctrica, que entonces es una novedad.

La familia Arantes do Nascimento es pobre, pero su suerte parece cambiar cuando “Dondinho” es contratado por el club Atlético Mineiro. La ilusión dura poco: en su primer juego choca contra un rival y se daña la rodilla de manera irreparable.

Los Arantes do Nascimento se mudan a Baurú, donde Edson crece jugando futbol con pelotas hechas de calcetines, anotando goles en porterías marcadas con zapatos viejos en lo que él llama “el estadio Rubens Arruda”, por el nombre de la calle en la que se encontraba su casa.

Privado de su sueño, “Dondinho” se obsesiona con Edson. Le señala con el índice puntos en un muro, para que el niño estrelle ahí la pelota, primero con el pie derecho, luego con el izquierdo. Toma un balón y golpea con él a su hijo en la frente, ordenándole que no cierre los ojos, para que aprenda a cabecear sin parpadear.

Entonces Edson es conocido como “Dico”, pero entre sus compañeros de juego surge otro nombre: Pelé. El significado del apodo es un misterio. El propio jugador conjetura que se originó porque a veces se colocaba como portero para evitar que su equipo tuviera la excesiva ventaja de su talento. Los niños comentaban “mira, cree que es Bilé”, haciendo referencia a un guardameta del pueblo que se llamaba así.

Después, el apodo se modificó pasando de boca en boca y tomó la forma que todo el mundo conoce.

En 1950, a causa de la Copa del Mundo que están por organizar, la fiebre de los brasileños por el futbol se agudiza aún más. Para comprar un balón de verdad y camisetas de juego “Pelé” y sus amigos roban cacahuates que después tuestan y venden afuera de un cine para conseguir fondos.

Ese es el Mundial del “Maracanazo”. Brasil pierde la Final ante Uruguay, desconsolando a todos los brasileños, entre ellos “Dondinho”, quien no puede evitar derramar lágrimas. Edson, que tiene 10 años, se le acerca y le promete que él va a ganar la Copa del Mundo para él.

Pelé se convierte en jugador del Santos y de la Selección brasileña y cumple su promesa dos veces. Primero en 1958, después en 1962. En 1966 los rivales lo marcan con tanta fiereza que anuncia que no volverá a jugar un Mundial. El tiempo pasa y Edson cambia de opinión. Cuando menos piensa se encuentra en Guadalajara, preparándose a disputar la Copa del Mundo de 1970.

En Guadalajara la Selección brasileña se hospeda en las suites Caribe. Pelé pasa las tardes junto a la piscina, pensando en todas esas cosas mientras toca la guitarra. Lo sabe. Puede sentirlo. Va a ser campeón del mundo otra vez.

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