Sábado, 20 de Abril 2024

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Novatos todos

Por: Pablo Latapí

Novatos todos

Novatos todos

Muy novatos. Así nos sorprendió a todos la pandemia del coronavirus y sus consecuencias económicas.

Y digo novatos refiriéndome tanto a nosotros como personas susceptibles de contagiarnos, como a los gobiernos estatal y federal.

Si desde un principio nosotros hubiésemos conocido de la capacidad de contagio del COVID-19, y la forma en que provoca muertes entre los grupos de riesgo (que son muchos), en lo personal le hubiésemos tenido mucho más respeto.

Tuvieron que pasar muchas cosas, muchos contagios, para que realmente entendiéramos el riesgo. Tuvo que llegar el virus a círculos muy cercanos a nosotros, e incluso cobrar ya la vida de familiares y amigos, para que entendiéramos realmente su capacidad destructiva.

En definitiva, hubiésemos tomado medidas desde el primer día.

Ya a nivel gobiernos a ambos los sorprendió también sin tener una idea clara de cómo se enfrenta una pandemia como ésta. No había antecedentes. Y ha sido la contingencia más demoledora que ha enfrentado gobierno alguno por su masividad (nos pega a todos), y lo que se sabía era la forma en que la habían enfrentado en otros países, con culturas y comportamientos económicos diferentes a lo que es México, por lo que se fue improvisando sobre la marcha mientras el virus ha avanzado haciendo contagios y provocando muertes.

Tan agarró novatos a los gobiernos que pretendieron cerrar las llaves de la economía cuando la epidemia apenas comenzaba, generando una enorme presión en un país que vive al día, y ahora se han visto obligados a abrir la llave, en lo que llaman “la nueva normalidad”, precisamente cuando los contagios han aumentado de manera importante.

Es probable que el cierre se hubiese dado sólo en algunos sectores con alta probabilidad de contagios al tiempo que se hacían más pruebas alrededor de los primeros casos en el país.

Quizás hubiésemos tenido el mismo número de contagios y de muertes que ahora, pero los efectos económicos no hubieran sido tan devastadores.

Pero ya no quedaba de otra, tenían que liberar la actividad económica;  un país en el que la mayoría de las personas vive (o sobrevive) al día, no hubiese aguantado 15 días más de inactividad económica.

Y seguramente ambos gobiernos también hubieran medido diferente sus modelos de comunicación.

A nivel federal hubieran ajustado la cantidad de mensajes, comunicando lo realmente importante en el momento oportuno, evitando que un subsecretario como López-Gatell abusara del micrófono asegurando un día que la situación era roja, al siguiente azul, y al otro afirmar que siempre dijo que era amarillo.

Y a nivel estatal se hubiera visto la necesidad de mensajes más claros y contundentes, difundidos de manera más masiva, para llegar efectivamente a los sectores donde hoy los contagios brincan como chapulines de una zona o otra precisamente por falta de información oficial.

La novatez no justifica los contagios, las muertes y los daños económicos, pero sí los explica, y nos deja una enorme lección de que hay temas que pese a la frivolidad y superficialidad con que suele tratarlos la clase política mexicana, sí son serios y merecen toda la atención y profesionalismo.

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