Jueves, 18 de Abril 2024

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Muertos errantes

Por: Rubén Martín

Muertos errantes

Muertos errantes

El indigno peregrinar de un tráiler refrigerado con su trágica carga de muertos errantes se está convirtiendo en la imagen más fiel de la barbarie y el horror en que vivimos en Jalisco y en el país. Con razón, las escenas de un camión refrigerado que viaja de aquí para allá ha causado mucho dolor y mucha indignación.

El tráiler con los muertos errantes refleja, de entrada, la incompetencia y negligencia del Gobierno para manejar con respeto y dignidad las muertes de estos desconocidos. Otra vez se ha faltado al respeto a las familias que tienen desaparecidos, añadiendo más dolor al que de por sí dejaron estas ausencias.

Es una vergüenza que el tráiler refrigerado para guardar cadáveres que ya no cabían en la morgue estuviera afuera del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF) desde hace dos años y que apenas se convierta en un escándalo nacional e internacional. La crisis del tráiler con los muertos errantes revela varios puntos.

El primero de ellos es la incompetencia y la irresponsabilidad del Gobierno de Jalisco para atender y resolver con apego a la ley y a la dignidad de las familias, el problema de los cuerpos asesinados y desaparecidos. Las familias han denunciado desde hace tiempo que el Gobierno estatal no busca a sus desaparecidos, no investiga los asesinatos y no brinda los recursos suficientes para que los peritos hagan su trabajo de identificación. El caso de los muertos errantes revela también que no se atendió a tiempo la demanda de construir cementerios forenses, antes de que la morgue del IJCF se viera rebasada.

El ex director del IJCF, Luis Octavio Cotero Bernal, cesado tajantemente por el gobernador Aristóteles Sandoval el pasado lunes, sostiene que avisó a la Fiscalía General del Estado desde hace años. De hecho el almacenamiento de los cuerpos en los tráilers comenzó en junio de 2016. Y ahora el gobernador amenaza con castigos ejemplares a quienes ordenaron su traslado por varios municipios metropolitanos, cuando tuvo más de 50 meses desde que comenzó a guardarse cuerpos en tráileres. Tuvo tiempo de sobra para atender este problema y no lo hizo.

Pero el tráiler no sólo cuestiona la capacidad del Gobierno. Es a la vez una un golpe seco en nuestro rostro, un golpe que debería alertar nuestra conciencia para advertir la situación en la que estamos parados. Algo grave debe estar pasándonos como sociedad para que sea más urgente construir cementerios forenses que hospitales o museos.

El tráiler con los muertos errantes también nos confronta sobre el tamaño de la guerra que enfrentamos. El problema de fondo no es que haya espacios insuficientes en al morgue estatal, sino la gran cantidad de homicidios violentos y desapariciones que se están cometiendo.

Además de exigir que se de un trato digno a los cuerpos resguardados para su identificación, debemos movilizarnos para detener la guerra. Ninguna morgue, ningún tráiler, ningún nuevo cementerio forense serán suficientes si la guerra sigue con sus muertes y desapariciones.

Y la exigencia no debe ser por una paz ambigua que no distingue enemigos, sino denunciar y combatir el narco-Estado que resguarda sus intereses, protege y deja en la impunidad a quienes matan y desaparecen. Esa es la batalla que debemos librar de fondo. Entre tanto, que se dé trato digno a los cuerpos que esperan ser identificados.

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