Domingo, 12 de Mayo 2024

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Mezcala: el valor político de las resistencias

Por: Rubén Martín

Mezcala: el valor político de las resistencias

Mezcala: el valor político de las resistencias

Hace unas semanas las comunidades de Temacapulín, Acasico y Palmarejo fueron las que nos demostraron el valor político de las luchas de resistencia. Ahora lo hace la comunidad indígena coca de Mezcala de la Asunción. 

Después de 21 años de una ardua lucha legal, la comunidad de Mezcala, asentada en la ribera del lago de Chapala y perteneciente al municipio de Poncitlán, acaba de ganar el último litigio a Guillermo Moreno Ibarra, un empresario tapatío que en 1999 invadió doce hectáreas pertenecientes a la comunidad indígena en el cerro de El Pandillo, que forma parte del área boscosa de los comuneros. 

De la mano de las autoridades comunitarias, los pobladores de Mezcala debieron organizar una lucha de resistencia tanto para denunciar la invasión, exigir la restitución de sus tierras y emprender la larga y extenuante batalla legal. Por fortuna contaron con dos abogados honestos, capaces y solidarios con las luchas agrarias, como son Rubén Ávila Marín y Rubén Ávila Tena, quienes acompañaron jurídicamente a la comunidad en esta lucha.

En el camino, la comunidad de Mezcala enfrentó la división gracias a la compra de algunos comuneros con el dinero del invasor; la criminalización de algunos de quienes encabezaron la lucha, como fue el caso de la comunera e historiadora Rocío Moreno, quien mediante argucias fue apresada por elementos de la entonces Procuraduría General de Justicia del Estado. Le hicieron creer que fue citada a una entrevista en el diario Milenio, y al intentar entrar a la redacción fue detenida por policías ministeriales. Gracias a la movilización estatal y nacional, Rocío Moreno fue dejada en libertad. A otros diez comuneros se les obligó a enfrentar juicios penales acusados de daños a las cosas por mover un panel solar que el invasor puso en otra parte del terreno de la comunidad. Semana a semana fueron obligados a ir al juzgado de Ocotlán a firmar para nos ser detenidos. 

La lucha de resistencia de la comunidad de Mezcala contra el invasor los llevó a enfrentar también el hostigamiento, pues en uno de los momentos álgidos del conflicto, el invasor pagó los sueldos y armas de algunos pobladores, para intimidar a quienes denunciaban y se oponían a la invasión.

A pesar de estas larga lucha, con la represión y criminalización de por medio, con autoridades estatales y municipales que se ponían o eran compradas por el invasor, la comunidad de Mezcala supo mantenerse en resistencia y vencer al invasor. La razón y la justicia están de su parte. 

El ejemplo de resistencia de Mezcala le ganó la solidaridad de las luchas sociales de Jalisco y del resto de los pueblos indígenas. En una ocasión, fue sede de una reunión del Congreso Nacional Indígena al que asistieron comandantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Hace tres años recibieron a Melike Yasar, representante para América Latina del Movimiento de Mujeres del Kurdistán. 

La lucha de resistencia de Mezcala contra la invasión a su territorio no es sólo una victoria para este pueblo indígena, sino para todos los pueblos y comunidades que enfrentan el despojo de sus tierras, especialmente en la ribera el lago de Chapala.

Si uno mira a vista de dron, la ribera del lago de Chapala, desde esta localidad hasta Jocotepec, pasando por Ajijic y San Juan Cosalá, están completamente invadidos por intereses turísticos, comerciales, inmobiliarios o del agronegocio. Los antiguos dueños de playas, casas y tierras de cultivo que miraban al lago, ahora son los sirvientes, empleados o jornaleros de los nuevos dueños de esas tierras: pensionados de Estados Unidos o Canadá, o ricos de Guadalajara o empresarios del agronegocio.

La lucha de Mezcala contra el invasor representa a la vez, la lucha de todas las comunidades que no quieren que se repita el despojo de sus tierras y medios de vida que han padecido otras comunidades indígenas, como la de Ajijic. 

La lucha de resistencia de Mezcala no es sólo la defensa de 20 hectáreas. Es a la vez la defensa de un modo de vida vinculado a su tierra y una concepción de la vida y de la comunidad, ajena a los valores mercantiles y depredadores que lleva el mal llamado desarrollo capitalista. De ahí la importancia de la lucha de Mezcala. Y todo eso lo consiguieron gracias a su tenaz y digna resistencia. En Mezcala la justicia ya fue decretada. Ahora toca la restitución de sus tierras. 

rubenmartinmartin@gmail.com

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