Jueves, 18 de Abril 2024

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Marcharon, y después: viva el conflicto

Por: Jorge O. Navarro

Marcharon, y después: viva el conflicto

Marcharon, y después: viva el conflicto

Imposible saber si en la movilización convocada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador hubo o no, un millón 200 mil personas. Inútil contabilizar los centenares de camiones que llevaron “acarreados” a la convocatoria en el Ángel de la Independencia. La marcha en la que durante cinco horas el Presidente del país apretó manos y se tomó selfies, y a la que siguió un discurso de una hora y 40 minutos (en la que repitió lo mismo de siempre) debería reportar algún beneficio inmaterial… pero no lo hizo, porque después de transcurrida, lo cierto es que el conflicto y la polarización recibieron un nuevo impulso. Y esas no son buenas noticias.

Propongo plantear de esta manera la pregunta: ¿Qué aportó la marcha de AMLO de este 27 de septiembre?

Y adelanto también algunas respuestas.

El Presidente López Obrador efectuó esta marcha como respuesta a la movilización impulsada por partidos políticos, grupos empresariales, asociaciones y activistas, realizada el 13 de noviembre pasado en defensa del Instituto Nacional Electoral (INE).

Aunque después argumentó que la convocatoria tenía la finalidad de celebrar sus cuatro años al frente del Gobierno federal, la respuesta de gobernadores de Morena, de diputados federales y locales, de senadores y de liderazgos morenistas, tradujo que la intención última fue demostrar que ellos son más, que superan en número y en impacto a los opositores, que tienen un poder de convocatoria más efectivo, porque se basa en la aprobación que mayoritariamente, la población otorga al Presidente.

López Obrador emuló con su marcha, la convocatoria de Lázaro Cárdenas cuando se expropió el petróleo y quizá involuntariamente, la manifestación en el Zócalo a la que “invitó” José López Portillo el 3 de septiembre de 1982, para justificar uno de los más graves errores económicos de su sexenio: la expropiación de la banca privada.

Es extraño, por no decir absurdo, que un Presidente en funciones, con todas las facultades legales que posee y con el manejo presupuestal que le permite ser la máxima autoridad de la federación (quiéranlo o no, los gobernadores y los grupos de poder en los estados), convoque a una movilización. Si no quiere, como López Portillo, justificar una decisión equivocada, busca entonces demostrar su fuerza para mostrar a los opositores en dónde radica el mando.

Pero hay más resultados de la marcha del domingo, porque las lecturas pueden multiplicarse.

También fue el espacio del destape formal: el de las corcholatas. En primera fila, el Presidente invitó a Claudia Sheinbaum, jefa de Gobierno de la CDMX; a Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores, y a Adán Augusto López, su fiel secretario de Gobernación. El hecho se lee fácilmente: de entre esos tres saldrá el sucesor de AMLO.

La anécdota, aunque no definitiva, vino enseguida: aplausos a Sheinbaum, un escupitajo a Ebrard y el discreto papel de Adán Augusto.

Y para el remate: un día después de la marcha, los diputados de Morena y aliados, con 62 votos, aprobaron la reforma electoral enviada por AMLO. Votaron en contra 48. Se espera para hoy la votación en el pleno, y presumiblemente se rechazará porque no habrá mayoría calificada.

Los morenos están envalentonados... perdieron la ocasión de negociar aunque su jefe el Presidente, ya había anunciado el Plan B.

Lectura final: la marcha del 27 profundiza la división nacional. Todos perdemos.

jonasn80@gmail.com

@JonasJAL

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