Luciana Grandi ganó un medio maratón y la tildaron de mala madre. El día de la competencia, sus dos hijas y Pedro, su marido, estaban esperándola al final de los 21 kilómetros para cruzar la meta juntos, pero ella se pasó de largo y no se detuvo. Le quedaban unos metros para terminar la carrera. Era una pendiente pronunciada y detrás de ella venía un competidor pisándole los talones, a punto de rebasarla para llegar primero. Cada segundo contaba.En el video se ve cómo Luciana baja la calle corriendo y Pedro encamina a las niñas para que salgan a su encuentro, topándose con ella de frente; Luciana -enfocada en terminar la carrera y con el competidor detrás suyo- las esquivó y siguió corriendo. El esposo se quedó perplejo, confundido. Luciana cruzó la meta y ganó el primer lugar. Mientras ella celebraba, Pedro alzaba las manos con asombro, sin entender por qué su esposa no se había detenido en el último tramo con él y sus hijas.Y el internet hizo lo suyo: el video fue reproducido más de 10 millones de veces y se viralizó el momento. La pareja fue juzgada por miles de desconocidos; criticándola a ella por priorizar el llegar a la meta y ganar la competencia en lugar de frenarse para atender a sus hijas; a él lo calificaron de saboteador, por alentar a las niñas a abrazar su mamá antes de terminar la carrera y no después de la meta, arriesgándolas incluso a un accidente. Fue una misma situación vista desde distintas perspectivas; entre el ser mamá y ser mujer: la dicotomía entre los deberes y las aspiraciones personales.Es cierto que ser mamá cambia tus prioridades; las necesidades de las y los hijos comienzan a estar antes que las propias, sobre todo en los primeros años porque su vida depende de tus cuidados y, conforme crecen, su bienestar continúa siendo responsabilidad de los padres, de ambos. Pero, en el caso de las mujeres, como principales cuidadoras, ser madre no significa que tus necesidades, sueños y deseos propios se anulen.Las expectativas eran que Luciana, como mamá, se hubiera detenido, dejando de lado cualquier aspiración personal de ganar. En cambio, siguió corriendo y estaba plena, era su momento, una carrera para la que se había preparado durante meses. El día de la competencia su esposo llevó a las niñas porque así lo habían acordado; ella no esperaba ganar y cruzarían la meta juntos. Pero cuando vio que sería la primera en llegar a la meta, siguió corriendo.Luciana ganó esa competencia el año pasado en Brasil, y el video ha vuelto a compartirse durante las últimas semanas (¡maldito algoritmo de las redes sociales, reviviéndolo justo en torno al Día de las Madres!). En su Instagram, Luciana aún tiene fija la fotografía del día de la carrera, posando en el pódium con sus hijas, mostrando que compartió el triunfo con ellas (quizás en un intento de que dejen de juzgarla, de meterse en su vida, en su matrimonio y su familia).Un gran número de mujeres buscamos a diario la forma de compaginar, por un lado, nuestro rol como madres y, por el otro, nuestro desarrollo individual como profesionistas, deportistas o como seres humanos con sueños y metas por cumplir. Un gran reconocimiento a quienes han encontrado un equilibrio de vida y siguen de frente en su camino, trabajando por sus metas personales, al margen de las opiniones del mundo, de cercanos y desconocidos. A quienes siguen buscando cómo compaginar estos roles, no se rindan. Y ante las madres buscadoras, no seamos indiferentes.Como mamás, todas compartimos algo: creemos en el amor a nuestros hijos, en no abandonarlos ni abandonarnos a nosotras mismas. Que, como Luciana, logremos compaginar la maternidad con nuestros sueños personales.