Viernes, 29 de Marzo 2024
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Los tres entierros de Marcelo

Por: Diego Petersen

Los tres entierros de Marcelo

Los tres entierros de Marcelo

Si algo distingue al político Marcelo Ebrard es su capacidad para levantarse de la adversidad política. No se rinde. Cuando parece que está noqueado sale de la esquina tirando golpes. Como en película de terror chafa, cuando el muerto parece estar más muerto que nunca, el cadáver se levanta de la tumba y asegura la secuela.

Esta semana, tras la coincidencia del reportaje del New York Times y el dictamen de expertos sobre el colapso de la Línea 12 asistimos el tercer entierro de Marcelo Ebrard. La duda es si será el definitivo.

El primer entierro vino tras el asesinato del candidato priista Luis Donaldo Colosio. Su entonces líder y jefe, Manuel Camacho Solís, fue señalado políticamente. Nada tuvieron que ver Ebrard y Camacho con el homicidio, pero sí con el enrarecimiento del clima político y eso los priistas nunca se los perdonaron. Ambos pasaron de ser los héroes de la política de pacificación en Chiapas a los indeseables del sexenio de Zedillo. Con paciencia y trabajo formaron un partido, regresaron a las primeras planas de la política y, doce años después, Marcelo salió de la tumba para convertirse en jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

Las fallas en la operación y las sospechas de corrupción en la construcción de la Línea 12 lo metieron de nuevo al hoyo. Fue su delfín y hombre de confianza, Miguel Ángel Mancera, el encargado de echarle tierra encima. Terminó en un exilio tan dorado como la línea del Metro, acusado y acosado. El triunfo de López Obrador lo rescató de lo que parecía una muerte política irremediable. El manto purificador del presidente redentor no sólo hizo olvidar los escándalos, sino que, merced a sus habilidades políticas, se encumbró como el hombre más poderoso del gabinete, el joven aplicado que se sabe todas las respuestas, el niño scout valiente que saca todas las castañas de fuego; el Tratado de Libre Comercio, la crisis migratoria, la compra de vacunas.

De lo que no hay duda es la responsabilidad política del hoy canciller que, como buen político mexicano, patalea en la tumba para evitar el tercer entierro

La losa del derrumbe de la Línea 12 parece una tumba mucho más difícil para escapar. Aquí hay 26 muertes y más de cien heridos de por medio derivados de fallas constructivas. Por supuesto que nadie puede acusar al político de haber soldado mal unos pernos o de haber colado mal las losas de concreto; esa es responsabilidad directa de la constructora y ésta tendrá que dar cuentas por ello. La responsabilidad de Marcelo Ebrard es política, tiene que ver con el proceso de toma de decisiones, con el equipo que él nombró, con las licitaciones que él, como jefe de Gobierno, autorizó, con las supervisiones que su gobierno no realizó o realizó mal. 

Si Miguel Ángel Mancera y Claudia Sheinbaum tienen responsabilidad política por falta de mantenimiento o por ignorar advertencias, debe también investigarse. De lo que no hay duda es la responsabilidad política del hoy canciller que, como buen político mexicano, patalea en la tumba para evitar el tercer entierro.

diego.petersen@informador.com.mx

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